place

Batalla de Alarcos

Batalla de AlarcosBatallas de la Orden de CalatravaBatallas de la Reconquista del siglo XIIBatallas del Imperio almohadeBatallas del Reino de Castilla del siglo XII
Batallas en la provincia de Ciudad RealConflictos en 1195España en 1195Reinado de Alfonso VIII
Reconquista4
Reconquista4

La batalla de Alarcos (en árabe: معركة الأرك ma'rakat al-Arak) es una batalla que se libró junto al castillo de Alarcos (en árabe: al-Arak الأرك), situado en lo alto de un cerro junto al río Guadiana, cerca de la actual ciudad española de Ciudad Real, el 19 de julio de 1195, entre las tropas cristianas de Alfonso VIII de Castilla y las almohades de Abū Ya'qūb Yūsuf al-Mansūr (Yusuf II). La batalla se saldó con la derrota de las tropas cristianas, lo cual desestabilizó al Reino de Castilla y frenó el avance de la reconquista unos años, hasta que tuvo lugar la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212.[2]​

Extracto del artículo de Wikipedia Batalla de Alarcos (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Coordenadas geográficas (GPS)

Latitud Longitud
N 38.95277778 ° E -4 °
placeMostrar en el mapa

Dirección

Cerro del Despeñadero


13195
Castilla-La Mancha, España
mapAbrir en Google Maps

Reconquista4
Reconquista4
Compartir la experiencia

Lugares cercanos

Alarcos
Alarcos

Alarcos es un parque arqueológico de los municipios españoles de Ciudad Real y Poblete.[1]​ Los hallazgos arqueológicos demuestran la ocupación humana del cerro desde la Edad del Bronce hasta la Plena Edad Media, con un largo periodo intermedio de despoblación en la época romana y visigoda. Los trabajos de excavación y restauración que se vienen realizando en el yacimiento desde 1984 han permitido recuperar un sector de la trama urbana de la ciudad íbera, así como buena parte de la muralla y del castillo medievales.[2]​ Las ruinas del antiguo oppidum íbero y de la ciudad medieval de Alarcos constituyen uno de los conjuntos arqueológicos más importantes y más extensos (33 ha) de Castilla-La Mancha. Situado en un enclave estratégico, en un cerro elevado en el margen izquierdo del río Guadiana, fue un lugar idóneo para el asentamiento de grupos humanos, que lo ocuparon desde la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro . En esta amplia secuencia cultural destacan dos etapas: El desarrollo de la cultura íbera, que podemos fechar entre los siglos VI-III a. C. que ha dejado valiosos vestigios de los que sobresalen los restos de un santuario, una necrópolis y un gran sistema viario.[3]​ La existencia de un poblamiento medieval centrado principalmente en el siglo XII. Esta última etapa histórica es la más conocida en la actualidad por ser este el lugar donde se produjo la batalla de Alarcos. En el siglo XIII, tras la victoria cristiana de las Navas de Tolosa en 1212 y tras el traslado de su población a Villa Real, se edificó la ermita dedicada a la Virgen de Alarcos. Se celebra la romería en honor a la Virgen el domingo y el lunes de Pentecostés.

Batalla de Montiel (1143)

La batalla de Montiel fue un conflicto armado que tuvo lugar el 1 de marzo de 1143[2]​ y que enfrentó a un grupo de caballeros de las ciudades de Ávila, Segovia y Toledo, comandados por Muño Alfonso,[3]​ contra un ejército almorávide[4]​[5]​. En las filas cristianas había incluidos varios sacerdotes[4]​[5]​. La batalla sería una victoria decisiva para Muño. A principios de 1143 Muño escogió un ejército de 900 caballeros y mil hombres de infantería de milicias locales para saquear el área alrededor de la ciudad de Córdoba. En su vuelta a través del puerto de Muradal divisó un ejército de almorávides que le perseguían, también compuesto por caballería e infantería. Una vez pasado el castillo de Calatrava en su ruta hacia Toledo, a la altura de Montiel, Muño y sus hombres se volvieron contra el ejército persecutor.[6]​ Los Anales Toledanos primeros sitúan la batalla en el «río que dicen Adoro»,[2]​ que podría ser o bien el Azuer, cerca de Montiel, o el Algodor, cerca de Mora.[cita requerida] Los gobernadores almorávides de Sevilla y Córdoba perecieron en la batalla, así como muchos otros comandantes almorávides. Los vencedores obtuvieron un gran botín de sus expediciones previas alrededor de Córdoba, que incluía oro, plata, vestidos, ganado, armas y prisioneros.[7]​[8]​ Después de la batalla el ejército vencedor volvió a Toledo con la infantería portando el botín.[9]​[10]​ Las cabezas de los dos gobernadores y del resto de comandantes fueron clavadas en lanzas y paseadas por la ciudad como trofeos.[11]​ Muño más tarde ordenaría colgarlas de las torres, pero la reina Berenguela decidió descolgarlos y entregar los restos a unos físicos judíos y musulmanes para que estos cubrieran los cuerpos con mirra y áloe y fueran enviados a las viudas, en Córdoba.[12]​