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Avenida Figueroa Alcorta

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The Streets of Buenos Aires (3988792767)
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La avenida Presidente Figueroa Alcorta es una importante arteria de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Extracto del artículo de Wikipedia Avenida Figueroa Alcorta (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Avenida Figueroa Alcorta
Avenida Presidente Figueroa Alcorta, Buenos Aires Recoleta

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N -34.580694444444 ° E -58.398138888889 °
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Avenida Presidente Figueroa Alcorta

Avenida Presidente Figueroa Alcorta
C1425AAA Buenos Aires, Recoleta
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
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Lugares cercanos

Plaza República de Chile (Buenos Aires)
Plaza República de Chile (Buenos Aires)

La plaza República de Chile, llamada comúnmente plaza Chile, está ubicada en el barrio de Palermo en la ciudad de Buenos Aires, en el cuadrante formado por las calles Figueroa Alcorta, Tagle, Del Libertador y Mariscal Ramón Castilla; obtuvo su nombre actual por Decreto S/N del 23-11-1943, publicado en el Boletín Municipal n.º 7004, de la Municipalidad de Buenos Aires. (Hoy Ciudad autónoma de Buenos Aires)[1]​ En las inmediaciones de la plaza se encuentran los museos de Arte Decorativo, de Arte Latinoamericano y el Metropolitano, así como los bosques de Palermo. A un costado se encuentra la embajada chilena (Tagle 2762). En la plaza se puede encontrar grandes árboles, sendas de grava color naranja. Destacan una serie de esculturas conmemorativas que recuerdan a figuras del ámbito literario, artístico y militar, como Colaboradores del general San Martín, con las estatuas de Alejandro María Aguado, amigo de San Martín que lo ayudó en su exilio (escultor Vicente Roselli); Juan Antonio Álvarez de Arenales (Horacio A. Ruiz Pombo); del mariscal peruano Ramón Castilla (Vicente Torró); Martín de Güemes (Mario Arrigutti), Juan Gregorio de Las Heras (Orio dal Porto) Juan Martín de Pueyrredón (Wilfredo Valdrich), activos participantes de la gesta de emancipación de los países del cono sur. Arquero de San Sebastián de Alberto Lagos es otra de las esculturas que adornan la plaza, en la que no podía faltar una al "compromiso de integración entre los gobiernos"[2]​ de Argentina y Chile: Amistad es el título de la obra de la chilena Francisca Cerda. Hay asimismo una placa en mármol a Salvador Allende, homenaje de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires colocada en 2008, para el centenario del nacimiento del presidente chileno. Sobresale en el centro la plaza el monumento ecuestre a Bernardo O'Higgins (Guillermo Córdova) correligionario de San Martín en la Independencia de Chile, considerado uno de los padres de la patria en el vecino país.[3]​ A su lado, una gran escultura en mármol de Nuestra Señora del Carmen de Cuyo (Quintino Piana, 1950), patrona y generala del Ejército de los Andes.

Monumento al Descamisado

El Monumento al Descamisado, también conocido como el Monumento al Trabajador, el Monumento al Descamisado Desconocido, el Monumento a Eva Perón, y el Monumento de la Gratitud Popular fue un proyecto arquitectónico inconcluso[1]​ del segundo gobierno de Juan Domingo Perón. En 1951 Eva Perón, esposa del presidente de la Argentina, concibió la idea de erigir un monumento para conmemorar el 17 de octubre. El monumento consistiría de una estatua gigantesca de un trabajador. Bajo la estatua, una tumba guardaría los restos de un descamisado. Evita intervino personalmente en el proyecto, en parte inspirada por su visita a Los Inválidos, en París donde observó la tumba de Napoleón. Dijo que quería que el Monumento al Descamisado fuera el más alto, el más pesado, el más costoso del mundo, y que se viera desde lejos, como la Torre Eiffel. De acuerdo a algunas versiones, sería una obra faraónica: tendría 140 metros de altura, con una estatua de 53 metros y 16 figuras de 5 metros de alto cada una. Con la muerte prematura de Evita, el proyecto fue modificado. El 26 de junio de 1952, la Cámara de Diputados aprobó una ley aprobando la erección del memorial que ahora se llamaría Monumento a Eva Perón. En lugar de la estatua del descamisado, se colocaría sobre el edificio una figura que representaría a Evita. El 7 de julio, el Senado aprobó una ley creando una comisión encargada de ejecutar los planes. Mientras el cuerpo de Eva Perón yacía en el edificio de la CGT, donde el Dr. Pedro Ara Sarria cuidaba del largo proceso de embalsamamiento, se completaron los cimientos de la nueva estructura, pero el golpe de Estado de septiembre de 1955 puso punto final al proyecto. En el mismo sitio, el gobierno peronista de Isabel Perón intentó en la década de 1970 edificar un mausoleo llamado el Altar de la Patria.

Altar de la Patria (Argentina)
Altar de la Patria (Argentina)

El Altar de la Patria fue un mausoleo proyectado, pero nunca completado, por el gobierno argentino durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón. El 8 de julio de 1974, una semana después de la muerte de Juan Domingo Perón, fue promulgada la ley de creación del Altar de la Patria, sancionada por los diputados y senadores nacionales. El artículo 10 de la ley declara que "El frontispicio del panteón tendrá grabada una leyenda que exprese lo siguiente: Hermanados en la gloria, vigilamos los destinos de la patria. Que nadie utilice nuestro recuerdo para desunir a los argentinos.[1]​ El impulsor del proyecto fue José López Rega.[2]​ Su idea era la de crear un gran mausoleo en el que descansara el cuerpo embalsamado de Eva Perón junto a los restos de Juan D. Perón y de todos los próceres nacionales, incluyendo José de San Martín, Juan Manuel de Rosas, Hipólito Yrigoyen, Facundo Quiroga, Fray Mamerto Esquiú, y muchos otros. El lugar elegido para el mausoleo fue un parque en la Avenida Figueroa Alcorta entre la calle Tagle y Austria, en la ciudad de Buenos Aires (el mismo sitio donde años antes se había proyectado otra obra inconclusa del peronismo: el Monumento al Descamisado), que debía ser además la tumba de Eva Duarte de Perón. La piedra inaugural se puso el 23 de noviembre de 1974.[1]​ El comienzo de las obras implicó la demolición de un puente de hormigón que cruzaba por encima de la Avda. Figueroa Alcorta y que terminaba donde hoy está la Floralis Genérica, por un lado y una gran pileta del otro (un nuevo puente fue construido pocos años más tarde, en 1978, a unos 100 o 200 metros de donde se encontraba el original). Este puente de moderna estructura y delicadas formas se había construido en 1960 como parte de las celebraciones por el Sesquicentenario de la Revolución de Mayo. La Secretaría de Vivienda y Urbanismo colocó un gran cartel en el sitio anunciando el Altar de la Patria, pero los obreros sufrieron innumerables inconvenientes desde el comienzo, y finalmente se detuvieron los trabajos. Bajo tierra había gran cantidad de cables de alta y media tensión de SEGBA, viejas colectoras cloacales y la base de hormigón del inconcluso Monumento al Descamisado. En marzo de 1976 se produjo el golpe de Estado contra el gobierno de Isabel, lo que puso fin al proyecto. Actualmente en ese lugar se encuentran los estudios de la Televisión Pública Argentina.

Palacio Errázuriz
Palacio Errázuriz

El Palacio Errázuriz fue una de las residencias privadas más elegantes de la ciudad de Buenos Aires. Desde 1937 es la sede del Museo Nacional de Arte Decorativo. Además, allí también tienen su sede la Academia Argentina de las Letras y la Academia Nacional de Bellas Artes. Fue diseñado por el prestigioso arquitecto francés René Sergent para el diplomático chileno Matías Errázuriz y su esposa Josefina de Alvear, miembro de la prominente familia argentina Alvear. La mansión fue parte de un encargo mayor: en 1911 los hermanos Carlos María, Josefina y Elisa de Alvear (casados con Mercedes Elortondo, Matías Errázuriz y Ernesto Bosch, respectivamente) viajaron a París, Francia, en busca de quien diseñara sus residencias. La contratación del arq. René Sergent, considerado el mejor de la época en estilo neoclásico y versallesco, se tradujo en el Palacio Bosch (actual residencia del embajador de Estados Unidos en Argentina), el Palacio Errázuriz y el Palacio San Souci (ubicado en Victoria, Provincia de Buenos Aires, para Carlos María de Alvear).[1]​ El arquitecto René Sergent diseñó tanto esta mansión como la que en París es sede del Museo Nissim de Camondo sabiendo que ambas se convertirían, tras el fallecimiento de sus dueños, en museos de arte decorativo. Desde 2018, la mansión ya no está ambientada como la residencia que fue, lo que ha resultado en una importante merma en términos cualitativos del museo como tal. Hasta ese entonces, era posible apreciar la residencia como la pensaron los grandes talentos que la crearon, siendo una imperdible muestra de la vida de la aristocracia porteña de antaño. Dicha ambientación la posicionaba como única en su tipo en Argentina en términos cuantitativos y cualitativos. Sin embargo, por decreto del gobierno de Cambiemos, los museos nacionales fueron obligados a generar ellos mismos sus fondos, debiendo incluso prestar sus propias instalaciones en alquiler. Para eso fue necesario cambiar las autoridades, poniendo como director del Museo de Arte Decorativo al arquitecto Martín Marcos, de fuerte impronta disruptiva. Desde entonces, los muebles y objetos originales de la mansión ya no son estables, sino que son frecuentemente removidos para exponer arte moderno, funcionando el museo como salones de alquiler. El hecho de que permanentemente haya que quitar los delicados y valiosos muebles y objetos originales de cada sala para que artistas vivos expongan arte moderno ha generado una gran cantidad de críticas, siendo la situación percibida como una profanación. Al mismo tiempo, el hecho de que las piezas originales ya no sean inamovibles, dificulta su trazabilidad, lo que implica grandes problemas de seguridad. Finalmente, en febrero de 2022 se denunció la sustracción de veinte de piezas del museo por valor millonario, razón por la cual el 26 de ese mismo mes el Ministerio de Cultura de Argentina, a través de la resolución 210, suspendió a Martín Marcos como director de la institución (sin goce de sueldo) y ordenó la intervención del museo por 30 días (que se extendieron a 90), además de hacer las denuncias correspondientes a Interpol. No obstante, las piezas robadas aún no fueron halladas y los salones se siguen dando alquiler, sometiendo a la centenaria mansión a un gran desgaste.