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Estación Justo Villegas

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Est. Justo Villegas
Est. Justo Villegas

Justo Villegas es una estación ferroviaria ubicada en la localidad de Ciudad Evita, en La Matanza, provincia de Buenos Aires, Argentina.

Extracto del artículo de Wikipedia Estación Justo Villegas (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Estación Justo Villegas
La Afata,

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Coordenadas geográficas (GPS)

Latitud Longitud
N -34.709 ° E -58.5518 °
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Dirección

Justo Villegas

La Afata
1778
Buenos Aires, Argentina
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Est. Justo Villegas
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Lugares cercanos

Copamiento del cuartel de La Tablada
Copamiento del cuartel de La Tablada

El copamiento del cuartel de La Tablada, o combate de la Tablada o la batalla de la Tablada,[1]​[2]​[3]​[4]​ fue un intento de ocupación de la guarnición del Ejército Argentino ubicada en La Tablada,[nota 1]​ en la provincia de Buenos Aires, el 23 y 24 de enero de 1989, por un comando del Movimiento Todos por la Patria (MTP), durante la presidencia constitucional de Raúl Alfonsín. El ataque fue rechazado luego de varias horas de combate, resultando muertos 32 guerrilleros, nueve militares y dos policías.[6]​[7]​ Cuatro guerrilleros fueron detenidos desaparecidos por las fuerzas gubernamentales, cuya suerte nunca fue revelada por el Estado argentino.[8]​ Según el MTP el ataque fue para detener un golpe de Estado carapintada, en tanto que la conclusión de la investigadora Claudia Hilb, es que la cúpula del MTP pretendía provocar —mediante un fingido ataque carapintada al cuartel— una insurrección popular manipulando los sentimientos antigolpistas. El investigador Felipe Celesia coincide en que no había tal intento de golpe carapintada y sostiene que el MTP perseguía hacer la revolución según el modelo sandinista, mediante una insurrección popular que generara cambios políticos de fondo.[9]​ El presidente Alfonsín sostuvo que fue él quien ordenó la represión,[10]​ algo que también compartió la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al investigar los hechos.[11]​ Celesia sostiene que durante el primer día, las operaciones represivas dentro del cuartel estuvieron bajo el mando autónomo del poder militar y que el presidente Alfonsín recién pudo asumir el control de las mismas a partir del día siguiente.[9]​ La represión llevada a cabo por el Ejército se caracterizó por un alto grado de violencia; en 1987 y 1988 Alfonsín había enfrentado sin recurrir a la violencia y negociando con los sublevados, tres insurrecciones militares carapintadas.[12]​ El juicio contra los atacantes se realizó en forma sumaria ese año sin respetar el derecho al debido proceso, con condenas «ejemplificadoras», completadas en 1997 con las condenas de Gorriarán Merlo y Ana María Sívori.[13]​ En 1997 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tuvo por probado que el Estado argentino fusiló, torturó y vejó a varias de las personas que fueron detenidas, evitó investigar los delitos de lesa humanidad cometidos por los militares y otros funcionarios, además de no respetar el derecho al debido proceso.[14]​ Doce años después de los hechos, luego de una huelga de hambre de los presos de La Tablada y presionado por los cuestionamientos de la CIDH, la comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos, el presidente Fernando de la Rúa, conmutó las penas de los condenados.[15]​ En 2003 el presidente Eduardo Duhalde indultó a los condenados.[16]​ La investigación sobre delitos de lesa humanidad cometidos por las fuerzas del gobierno se ha visto obstaculizada. En diciembre de 2016, el Poder Judicial reabrió la investigación luego de que la Corte Suprema lo ordenara el año anterior.[17]​[18]​ En abril de 2019 comenzó el primer juicio por solo uno de los cuatro desaparecidos, aunque incluye las torturas y el posterior ocultamiento, en el que se vio involucrado Alberto Nisman. En el mismo resultó condenado a cadena perpetua el único acusado por el asesinato y desaparición de José Alejandro Díaz,[19]​ el exgeneral Alfredo Arrillaga, quien ya se encontraba cumpliendo condena por crímenes de lesa humanidad en la Base Naval de Mar del Plata cometidos durante la última dictadura cívico-militar.[20]​[21]​[22]​[23]​

Reserva natural de Ciudad Evita

La reserva natural de Ciudad Evita es un área natural protegida ubicada en el partido de La Matanza, en la provincia de Buenos Aires. Se encuentra emplazada en la cuenca de la Matanza-Riachuelo, cercana a Ciudad Evita. La reserva se creó durante el gobierno de Fernando Espinoza, mediante la ordenanza municipal 24.247.[1]​ El área protegida cubre solamente 287,8 hectáreas de las 698,3 planificadas por diversos proyectos, incluyendo algunos proyectos de ley provinciales.[2]​[3]​ En la actualidad existen diversos proyectos de ley, incluyendo uno del diputado del PRO Cristian Ritondo,[4]​ para crear una reserva nacional que dependa de la Administración de Parques Nacionales.[5]​ La reserva tiene características naturales y culturales propias de la región pampeana,[2]​ y es un sitio con valor histórico, social, cultural y ambiental. Es un área que comprende humedales, pastizal pampeano y talar de barranca,[6]​ que cumplen importantes servicios ecosistémicos. La reserva cuenta además con un cuerpo de agua y una laguna, y una gran biodiversidad de fauna y flora.[7]​ En la zona se encontraron restos arqueológicos pertenecientes a las tribus Querandíes.[2]​ Ciudad Evita es además uno de los barrios populares modelo establecidos por Juan Domingo Perón.[8]​ La reserva también forma parte de las áreas de interés de ACUMAR, por encontrarse en la cuenca Matanza-Riachuelo.[9]​ La zona se encuentra amenazada por diversos conflictos ambientales y sociales. Sectores vulnerables sin acceso a viviendas dignas buscan establecer asentamientos irregulares y toman tierras, lo que genera conflictos con los vecinos de la zona que buscan proteger el área natural.[10]​ También se producen quemas de terrenos y pastizales,[11]​ y vertido irregular de residuos sólidos urbanos y residuos industriales. Hay además sectores comerciales interesados en el desarrollo inmobiliario informal en la zona.[2]​ La ausencia de carteles que señalen la reserva y de un servicio de guardaparques,[12]​ y en general la falta de protección adecuada por parte del Estado, incrementan la frecuencia y gravedad de los conflictos ambientales en torno a la reserva.[8]​