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Valle de La Orotava

Geografía de TenerifeLos Realejos
Orotavatal
Orotavatal

El valle de la Orotava está situado en el norte de la isla española de Tenerife, en las islas Canarias. En el lado opuesto se encuentra el valle de Güímar. En él se encuentran los municipios de La Orotava, Los Realejos y el Puerto de la Cruz que forman el área metropolitana del Valle de La Orotava con 108.721 habitantes (2019).[1]​ Este valle en la época de los guanches era conocido como Taoro, y precisamente aquí terminó la conquista de Tenerife el 25 de julio de 1496 con la llamada Paz de Los Realejos, erigiéndose, con tal motivo, en honor al patrón de España, el primer templo cristiano de la isla de Tenerife, la Parroquia Matriz del Apóstol Santiago. El mencey de Taoro pacta el fin de las hostilidades con Alonso Fernández de Lugo (1456-1525). Numerosos e ilustres visitantes han elogiado su paisaje y disfrutado de su beneficioso clima: uno de los más famosos fue Alexander von Humboldt, quien según cuenta la leyenda se habría arrodillado ante el valle en el mirador que lleva actualmente su nombre y alabado su paisaje y vegetación. Este valle se formó por un deslizamiento de tierra que provocó un gran maremoto. Sus lados miden entre 12 y 10 kilómetros de largo. Dentro del valle de la Orotava hay alrededor de cuatro conos volcánicos, los más conocidos son: El volcán de Los Frailes, el Volcán de la Horca o de las Arenas y el volcán de La Gañania. Este último fue destruido por el ser humano para extraer su material, por lo que a día de hoy es casi irreconocible. Los otros dos volcanes también están deteriorados por la actividad humana, aunque son claramente visibles. En las zonas altas del valle también existe otro cono volcánico llamado Montaña Colorada de los Hornillos, el cual pasa desapercibido ya que está situado entre la vegetación de esa zona (pino canario).

Extracto del artículo de Wikipedia Valle de La Orotava (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Valle de La Orotava
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38312 , La Luz
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Cementerio de La Orotava
Cementerio de La Orotava

El cementerio de la Villa de La Orotava, isla de Tenerife (Canarias, España) nace a raíz de la necesidad de buscar espacio para enterrar a los numerosos fallecidos producidos por el natural incremento de la población al no encontrarse sitio en las iglesias de la Villa. Asimismo, se convirtió en una apremiante necesidad por motivos higiénicos, ya que se hacía cada vez más frecuente tener que cerrar los templos para someterlos a rigurosos procesos de desinfección. Este cementerio orotavense tiene la particularidad de haber sido diseñado por el conocido escultor Fernando Estévez, hijo de la Villa, que también era un consumado maestro de dibujo artístico. Estévez concibió el camposanto al gusto romántico, como un jardín, muy al uso en la época. Recordemos que fue inaugurado en julio de 1823. El cementerio, que todavía sigue en uso y por consiguiente ampliándose con nuevos nichos, conserva los panteones familiares de los villeros más notables, como el del Marqués de la Quinta Roja o el de la familia Monteverde, entre otros. Es de resaltar la capilla central que conserva la puerta del santuario del Monasterio de las Claras de San José que no tiene nada que ver, como se creía hasta hace poco, con la del colegio de los jesuitas. Esta portada ha sufrido recientemente un incendio que aunque no la ha destruido sí le ha dejado huellas. Esta capilla central también fue diseñada por el maestro Estévez y está realizada con cantería del país.

Casona de San Fernando
Casona de San Fernando

El conjunto formado por La Casona y Jardines de San Fernando, antes El Robado situado en el término municipal de Puerto de la Cruz, en el Valle de La Orotava, isla de Tenerife (Canarias, España), constituye un ejemplar de la arquitectura inglesa a finales del siglo XIX y consecuentemente representativa de la implantación cultural británica en el municipio norteño de Puerto de la Cruz. Sus materiales originales son nobles (piedra y madera), tratados con procedimientos artesanales. El saneamiento y las instalaciones de la edificación corresponden a un periodo excepcional de la tecnología británica en fase de expansión. La casa original fue construida enteramente con piedra de cantera local, en dos plantas y varios accesos (principal y servidumbre), siendo su distribución a la manera tradicional de las casas de campo inglesa (hall, salón principal, de lectura, biblioteca, cocinas, habitaciones del servicio, comedor, escalera de servicio y principal, dormitorios, baños, aseos, etc.). Su techo se recubrió con láminas de pizarra, importadas de Gran Bretaña. Asimismo, se trajo a un especialista en fontanería, el señor Ernest Uren, el cual realizó un trabajo que, aun hoy, sigue asombrando. La Casona presenta una obra de fábrica que llama la atención con detalles, como la obra de encofrado entre las juntas de piedra, que son realmente artísticas, o el hogar (chimenea) de las grandes habitaciones recubierto en mármol o madera, que denotan el cuidado exquisito con que fue construida la casa. Existían varias zonas de césped espaciosas, que se utilizaban para los juegos de croquet (juego inglés que consiste en hacer pasar unas bolas de madera por unos arcos situados en el suelo, golpeándolos con un mazo de madera) y bolos. Había una cancha de tenis, cuyos restos aún pueden observarse, y, por debajo de la casa, grandes huertas. También había jardines especiales dedicados totalmente a plantas y árboles de las islas. La labor de captación del turismo, que posteriormente tendría tanta importancia, especialmente británico, se debió en gran parte a la labor que realizaron algunos visitantes que decidieron quedarse y construyeron casas para residir, unos esporádicamente y otros de manera permanente. Entre ellos se encontraba el Coronel Owen Peel Wethered, que decidió edificar El Robado, según referencias históricas en el año 1887, tomado ciertamente del nombre de la calle (Bélgica, en la actualidad) que hoy discurre hacia la Clínica Bellevue y que, por aquel entonces, así se denominaba. Desde la construcción del inmueble hasta la actualidad se transmitió su propiedad en varias ocasiones, sufriendo alguna modificación durante ese periodo. Así el Duque de Peñaranda sustituyó el techo de pizarra por la típica teja canaria y su denominación de El Robado por la de San Fernando. En 2008 fue devastada por un incendio.[1]​