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Alberca Olímpica Francisco Márquez

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Alberca Olímpica Francisco Márquez
Alberca Olímpica Francisco Márquez

La Alberca Olímpica Francisco Márquez es un recinto deportivo en la Ciudad de México donde se celebraron las competencias de natación, saltos, waterpolo y pentatlón moderno de los Juegos Olímpicos de México 1968. Fue inaugurada el 13 de septiembre de 1968 por Gustavo Díaz Ordaz, y es obra de los arquitectos Manuel Rosen Morrison, Antonio Recamier Montes y Edmundo Bringas. Dentro del mismo complejo se encuentra el Gimnasio Olímpico Juan de la Barrera. El 22 de octubre, en esta sede, Felipe "El Tibio" Muñoz ganó la medalla de oro en la competencia de 200 metros estilo pecho. Luego de la justa olímpica, la alberca ha sido escenario de diversas competencias, entre las que destacan los Panamericanos (1975), la Universiada (1979) y los XVI Juegos Centroamericanos y del Caribe (1990). A finales del 2008, cumplió su cuadragésimo aniversario. A la par, fue necesario su cierre temporal para llevar a cabo una remodelación profunda que le devolviera la majestuosidad que tuvo en los olímpicos. Los trabajos requirieron una inversión de 53 millones de pesos mexicanos, financiados por autoridades locales y federales. Estas se concluyeron en el 2009, y la alberca se reinauguró el 4 de abril de ese mismo año. El evento fue presidido por Felipe Calderón Hinojosa, entonces presidente de la República, y Germán de la Garza. La alberca recibe a usuarios tanto para las actividades acuáticas como para otras 20 disciplinas y su administración depende de la Alcaldía Benito Juárez.

Extracto del artículo de Wikipedia Alberca Olímpica Francisco Márquez (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

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Churubusco
Churubusco

Churubusco (del náhuatl: Witsilopochko ‘En la izquierda del colibrí’) es como se conoce a un conjunto de varias colonias o barrios ubicados en la Zona Sur de la Ciudad de México, dentro de la demarcación conocida como Coyoacán. Es una zona predominantemente de carácter habitacional, que forma parte de uno de los asentamientos más característicos, conocidos, y uno de los de mayor tradición en la ciudad, cuyas colonias o barrios fueron fundados durante la etapa de expansión de la Ciudad de México durante el Siglo XX alrededor del sitio homónimo y de mayor importancia en el lugar: El Ex Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Churubusco.[1]​ Siendo este último construido durante el periodo colonial por los frailes dieguinos, una de las ramas de la Orden Franciscana que se establecieron en el lugar,[1]​ el cual ya estaba habitado desde la época prehispánica; y a quienes en el siglo XIX les fue arrebatado el inmueble para funcionar como cuartel de las tropas mexicanas para defender a la vecina capital de las tropas invasoras estadounidenses,[1]​ otorgándole así al lugar un sitio importante en la historia de México al acontecer una de las batallas más comentadas de la Intervención estadounidense en México, la llamada Batalla de Churubusco. Dicho convento actualmente alberga al Museo Nacional de las Intervenciones, y conserva también una importante colección de arte sacro del periodo virreinal de México. Churubusco también es conocido por el Eje Vial denominado Río Churubusco, el cual forma parte del Circuito Interior Bicentenario de la Ciudad de México y sigue más o menos el trayecto del antiguo río homónimo que atravesaba la zona, convertido ahora en eje vial en la segunda mitad del siglo XX, y remozado a comienzos de 2009 dándole su actual nombre.

Batalla de Churubusco
Batalla de Churubusco

La batalla de Churubusco se libró tuvo el 20 de agosto de 1847 y formaba parte de la Intervención estadounidense en México. Horas después de perder la batalla de Padierna, cerca de Contreras y San Antonio, las fuerzas mexicanas se replegaron al convento de Santa María de Churubusco (hoy Museo Nacional de las Intervenciones), y las fuerzas armadas estadounidenses se prepararon para atacarlas.[cita requerida]Aunque el convento no era más alto que las edificaciones circundantes, sus bardas de piedra constituían una buena defensa.[cita requerida] Además, los estadounidenses tendrían que cruzar un río para llegar allá, lo cual daría tiempo al ejército mexicano para preparar a medias trincheras y encarar otro enfrentamiento.[cita requerida]Los defensores mexicanos sumaban alrededor de 1300 elementos[cita requerida] con órdenes de resistir en la posición para evitar que el ejército mexicano fuera flanqueado durante la retirada de San Antonio. Piquetes de Tlapa: Un regimiento conformado de civiles armados, la mayoría eran españoles que vivían en México y que decidieron tomar las armas para pelear contra los invasores estadounidenses. El Batallón de San Patricio, originalmente compuesto en su mayoría por soldados pertenecientes al ejército estadounidense que habían desertado, se unió a las fuerzas mexicanas. (Pacheco, J. E. y A. Reséndez, La Guerra Injusta) El contingente de los San Patricios estaba formado principalmente por irlandeses, alemanes y otros inmigrantes de diversos países europeos y en su mayoría católicos. Abandonaron el ejército invasor porque comenzaron a sentirse identificados con los mexicanos, no solo por compartir la religión, sino porque se dieron cuenta de lo injusto de la invasión y de que los estadounidenses estaban agrediendo a México en su cultura y creencias, como los ingleses lo habían hecho con los irlandeses. La lucha fue intensa, los atacantes fueron rechazados en un maizal adyacente y en la cabeza de puente, pero la superioridad numérica se imponía y el desenlace sería desventajoso para los defensores mexicanos, bien dirigidos esta vez por los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya, no se dieron por vencidos.[cita requerida]El asalto al puente se prolongó, la defensa fue heroica, la situación era dramática, ya que por ahí huían civiles y elementos del ejército mexicano derrotado en Padierna. Aun con la superioridad estadounidense en armamento y en soldados, el puente de Churubusco resistió durante dos horas y media. Cuando el puente cayó en manos enemigas y los mexicanos se replegaron al convento, dejaron los estadounidenses 366 muertos sobre el terreno. Ante la férrea defensa, el general Scott ordenó ocupar la retaguardia del convento y la Hacienda de Portales. Los combates no cesaban a pesar de la superioridad militar del enemigo. Asaltos sucesivos del invasor en dos flancos del convento no lograron romper la defensa mexicana, lo mismo en terreno abierto que en el parapeto de adobe, veinte pasos fuera de la construcción. Se intensificó el combate de fusilería, artillería y cuerpo a cuerpo en el parapeto, hubo tiroteos desde las alturas del convento. Scott emprendió fallidos asaltos sucesivos por el frente y en los flancos del baluarte de Churubusco, apoyados por cañones y morteros. Las bajas estadounidenses aumentaron de manera dramática, a pesar de la precaria fortificación mexicana. Tras algunas horas de combate, las fuerzas mexicanas seguían en posesión de sus reductos, pero se agotaron las municiones y las existentes eran inservibles; una bomba provocó una explosión en la reserva de pólvora que los dejó sin posibilidades de seguirse defendiendo. (Francisco Martín Moreno, Alfaguara, México Mutilado) Cuando el general David E. Twiggs entró al convento ordenando a los soldados mexicanos que entregaran sus municiones, el General Anaya pronunció la famosa y desafiante respuesta: "Si hubiera parque, no estaría usted aquí" (Pacheco, J. E. y A. Reséndez, La Guerra Injusta) Tras la victoria estadounidense, se hizo un juicio a los soldados desertores del Batallón de San Patricio. Sentenciados unos, fueron ahorcados en San Ángel y Mixcóac; la mejor sentencia para otrosː se les azotó y marcó en la mejilla con hierro candente la letra "D" de desertores. (Pacheco, J. E. y A. Reséndez, La Guerra Injusta) (Francisco Martín Moreno, Alfaguara, México Mutilado) Como muestra de agradecimiento a los desertores del Batallón de San Patricio que se unieron al ejército mexicano, actualmente existe una calle en Coyoacán llamada "Mártires Irlandeses". Cada año se celebra frente al Convento de Churubusco un pequeño concierto de gaita en honor a los defensores del Batallón de San Patricio y como recuerdo por la batalla de Churubusco y al General Pedro María Anaya. La estación de Metro más cercana lleva el nombre de "General Anaya", pues aunque se perdió la batalla, la "dirigió bien". (Pacheco, J. E. y A. Reséndez, La Guerra Injusta)

Museo Frida Kahlo
Museo Frida Kahlo

El Museo Frida Kahlo es el recinto cultural más representativo de la artista mexicana, así como es contenedor de parte importante de su legado artístico y conceptual. Es una casa museo ubicada en la Colonia Del Carmen de la Alcaldía Coyoacán, que corresponde a uno de los barrios más tradicionales y bellos de la Ciudad de México. A pocas cuadras del Museo, se encuentra el centro de Coyoacán. También conocido como la Casa Azul, es de los museos más concurridos de la zona. El inmueble, que hoy resguarda y exhibe una colección de piezas de diversa índole, perteneció a la familia Kahlo desde 1904. Cuatro años después de la muerte de la pintora, en julio de 1958[2]​, abrió sus puertas al público como casa museo. En la Casa Azul vivió Frida Kahlo (1907-1954) la mayor parte de su vida; inicialmente, junto a su familia y años después, con Diego Rivera (1886-1957). Asimismo, personajes del ambiente artístico e intelectual de la primera mitad del siglo XX, tanto mexicanos como extranjeros, se hospedaron en la residencia, atraídos por la cautivadora pareja de artistas. En la construcción del inmueble participaron distintas figuras, entre ellas el pintor y arquitecto funcionalista Juan O’ Gorman, gran amigo tanto de Diego, como de Kahlo.[3]​ La museografía estuvo a cargo del escritor, poeta, museógrafo y político tabasqueño Carlos Pellicer, igualmente cercano a la pareja. La administración del museo se confió al Fideicomiso de los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo, adscrito al Banco de México, constituido por el mismo Rivera en 1957[3]​. Al respecto, esta entidad afirma que la planeación del funcionamiento del recinto fue desarrollada “con el propósito de exponer obra, ilustrar la personalidad y perpetuar la memoria de Frida Kahlo”.[4]​ Frida quiso dejar su casa como museo, para el aprendizaje y disfrute de su amado México. Por eso, Diego organiza, en el que fuera el hogar de la pintora, el Museo Frida Kahlo. Siguiendo la voluntad de su esposa, el muralista comienza esta tarea a los pocos meses de haber fallecido Frida Kahlo, es decir, en los últimos meses del año 1954. Desde la inauguración del Museo en julio de 1958, en la Casa Azul se expone el ambiente en el que Frida se inspiró para su creación artística, así como sus objetos personales. Estos últimos, tardaron en develarse en totalidad. Antes de morir, Diego ordenó que los baños de la Casa Azul no se abrieran sino hasta quince años después de su partida. En estos espacios, Rivera había resguardado parte de los documentos de la pareja, así como ciertas pertenencias de Frida. Obedeciendo la indicación de Rivera y extendiéndola en el tiempo, Dolores Olmedo, mecenas del muralista, declaró que mientras ella viviera, no abriría estos lugares[5]​.Por esto, solo cien años después del nacimiento de Frida y a cincuenta del fallecimiento de Diego, se expusieron a público, por fin, los objetos que Rivera había encerrado tan manifiestamente, mismos que son conocidos hasta la actualidad como los Tesoros de la Casa Azul.[6]​ Hoy en día, junto a ciertas pinturas de la autoría de ambos artistas, se muestran en la Casa Azul notables obras de arte popular, esculturas precolombinas, elementos de la vida cotidiana de Frida, parte de su magnífica colección de exvotos,[7]​ fotografías, documentos, libros y mobiliario. Asimismo, dos exposiciones itinerantes comisionadas por el Museo, llamadas “Frida Kahlo, sus fotos” y “Las apariencias engañan”, son muestras de excelsa calidad, que difunden a nivel nacional e internacional, el legado de Frida y Diego salvaguardado en la Casa Azul. El poeta e historiador Luis Roberto Vera, admite que visitar la casa donde la artista se desarrolló tanto profesional como personalmente, es de sumo interés porque “existe una concordancia entre su mundo pictórico y su mundo vivido".[8]​ El hermoso jardín de la residencia tiene asimismo una peculiar historia y es parte esencial de la Casa Azul. Actualmente, al cruzarlo, se accede a la exposición de los Vestidos de Frida.

Cineteca Nacional
Cineteca Nacional

La Cineteca Nacional es una institución dedicada a la preservación, catalogación, exhibición y difusión del cine en México. Es dependiente de la Secretaría de Cultura y forma parte de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF). Su director es, desde el 2013, el cineasta Alejandro Pelayo Rangel. La Cineteca resguardaba los materiales originales del patrimonio fílmico de México provenientes de un gran número de fuentes a la par de la Filmoteca de la UNAM, y sus antecedentes se remontan a los años cuarenta.[2]​ Su primera sede en la Ciudad de México se inauguró en 1974, derivada del Plan de Reestructuración de la Industria Cinematográfica, creado cuatro años antes.[2]​ En esas instalaciones, ubicadas en Calzada de Tlalpan y Río Churubusco, que fue incendiada por orden de Margarita López Portilo, contaba con tres salas —la más grande de ellas, la Sala Fernando de Fuentes, tenía capacidad para 590 espectadores—[3]​ y un área de bóvedas para la preservación de los acervos. Este recinto acogió al público cinéfilo que previamente solo contaba con un reducido circuito de cineclubismo privado o universitario para el disfrute del cine nacional e internacional, particularmente el experimental o de arte;[4]​ contaba incluso con la apertura de sus autoridades para la difusión de filmes con temáticas polémicas.[4]​ En esta sede, nacieron eventos como la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional,[5]​ el Foro Internacional de la Cineteca[6]​ y Cine Móvil, un proyecto de vehículos adaptados con proyectores y sonido para llevar películas a poblaciones fuera de la Ciudad de México sin salas de cine.[7]​ Estas instalaciones quedaron destruidas debido un incendio ocurrido en 1982, cuya causa nunca se aclaró. Tampoco se sabe el número exacto de víctimas ni el patrimonio perdido en la conflagración.[8]​ Un esfuerzo gubernamental y social agrupado en el Patronato Pro-reconstrucción y Recuperación de la Cineteca hizo posible la construcción de una nueva sede en Xoco, que se inauguró a inicios de 1984.[9]​ Para proseguir con la actividad, se abrieron al público cuatro nuevas salas. En 1994, se completaron las obras de las bóvedas que resguardan el nuevo acervo fílmico de la nación con donaciones que iniciaron en 1982[10]​ a partir de fondos públicos, privados y de muchas entidades fílmicas del mundo. En el 2011, iniciaron las obras de remodelación del recinto, denominadas Cineteca Nacional del Siglo XXI, por lo que la actividad de la misma se trasladó a distintas salas de la capital mexicana para no interrumpir actividades de proyección, al estar las salas cerradas por obras.[11]​ Reinaugurada en el 2012, la nueva sede respetó gran parte de la estructura anterior, pero integró nuevos edificios para completar diez salas convencionales y una al aire libre, nuevas bóvedas, un laboratorio de restauración digital, la ampliación del centro de documentación, una videoteca, un museo del cine (inconcluso), restaurantes, galería para exhibiciones, tiendas, librerías y oficinas administrativas.[11]​ En 2014 fue visitada por 1 090 401 asistentes.[1]​