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Convento del Carmen (Guadalajara)

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El Carmen Convent, Guadalajara
El Carmen Convent, Guadalajara

El convento-iglesia de Nuestra Señora del Carmen y Santos Reyes de la Epifanía fue uno de los últimos conventos que se construyeron en Guadalajara (España). Completa la nómina de los catorce que a partir de la década de los treinta del siglo XVII convirtieron a la ciudad en una población casi conventual.

Extracto del artículo de Wikipedia Convento del Carmen (Guadalajara) (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Convento del Carmen (Guadalajara)
Plaza del Carmen, Guadalajara Centro

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N 40.63160278 ° E -3.16666667 °
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Iglesia del Carmen

Plaza del Carmen
19001 Guadalajara, Centro
Castilla-La Mancha, España
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El Carmen Convent, Guadalajara
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Guadalajara (España)
Guadalajara (España)

Guadalajara es una ciudad y municipio español, capital de la provincia homónima, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Está situada sobre un otero emplazado entre dos profundos barrancos, el del Alamín y el del Coquín o de San Antonio, que traían sus aguas hasta la orilla izquierda del valle del río Henares, en la parte más elevada de la meseta sur, entre las comarcas de La Alcarria y la Campiña del Henares. La altitud de la ciudad se mide en 708 m sobre la plaza Mayor. El clima es mediterráneo continentalizado, con largos y fríos inviernos, y veranos cortos y muy calurosos. La media anual de temperaturas se encuentra en 13,1 °C y la de precipitaciones en más de 400 l/m². Con una población de 89 010 habitantes (INE 2023), es la segunda ciudad más poblada de la comunidad autónoma tras Albacete. El término municipal tiene una superficie de 235,51 km² y una densidad de población de 355,11 hab/km². Fue fundada por los árabes, entre el siglo VIII y el IX. De esa época se cree proviene su nombre, del árabe andalusí «wād al-ḥaŷarah» (واد الحجرة o وادي الحجرة) dado al río Henares. En sus cercanías había existido un emplazamiento romano, cuyo nombre, Arriaca, puede tener el mismo significado. La ciudad alcanzó cierto esplendor en el siglo X, a pesar de su situación en un territorio que casi siempre estuvo en pie de guerra.[4]​ En 1085, Guadalajara fue conquistada por Alfonso VI de León, atribuido este hecho a Alvar Fáñez de Minaya.[5]​ Desde ese momento y hasta la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 la historia de la ciudad refleja el curso de las guerras contra los almorávides y almohades.[6]​ En 1133 el rey Alfonso VII otorga el primer fuero a la población para regular la vida de su comunidad, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios y en 1219, Fernando III lo amplía concediendo el fuero largo a la ciudad.[7]​ Posteriormente la protección del rey Alfonso X aseguró el desarrollo económico de la población, mediante la defensa de sus comerciantes y la autorización de sus ferias y mercados. En la segunda mitad del siglo XIV se estableció en Guadalajara la familia de los Mendoza que con su posterior ascenso trajo consigo el de la ciudad. En 1460, el rey Enrique IV concedió a la población el título de ciudad. A lo largo del siglo XVI se logró una época de auge. La crisis general del siglo XVII afectó especialmente a Guadalajara. Con la marcha de los Mendoza a Madrid, junto a la quiebra y la despoblación, la continuidad de la ciudad se vio en entredicho. A comienzos del siglo XVIII y tras ser saqueada durante la guerra de Sucesión, la ciudad vive su peor momento. Para intentar frenar esta situación, Felipe V establece en la ciudad la Real Fábrica de Paños, que hasta principios del siglo XIX asegura el crecimiento de la población. Los daños causados por la guerra de Independencia y el cierre de la Real Fábrica de Paños en 1822 provocaron un nuevo declive en la ciudad.[8]​ En adelante, hasta la segunda mitad del siglo XX, la ciudad se recuperó gracias a su función administrativa, como capital de provincia y sede de instituciones como la Academia de Ingenieros Militares o la Diputación de Guadalajara.[9]​ El crecimiento, aunque lento, transforma la población, que alcanza los 11 000 habitantes en 1900. La falta de desarrollo industrial limitó hasta bien entrado el siglo XX las posibilidades de la ciudad. Como en la mayoría del país, la guerra civil y la época de posguerra fueron tiempos muy difíciles. En 1959, Guadalajara fue incluida en los planes de desarrollo como polígono de descongestión industrial de Madrid lo que provocó unas tasas de crecimiento importante de la ciudad y del denominado Corredor del Henares.

Hostal del Reloj

El edificio conocido como Hostal del Reloj, también denominado Casa Solariega del Mayorazgo Don Pedro Suárez de Alarcón, en la ciudad de Guadalajara (España), era un ejemplo de arquitectura civil encuadrado en la tendencia más innovadora de su momento, el manierismo clasicista o herreriano. Sus principales características eran: La disposición equilibrada del plano, la proporcionalidad y perpendicularidad de los huecos, la sobriedad de los motivos ornamentales, la inclusión de rejería en el plano del muro y el recuadre de las ventanas y los balcones principales. Referencias todas ellas que se pueden apreciar en todos los edificios notables construidos a caballo entre los siglos XV y XVI. El Mayorazgo Suárez de Alarcón fue fundado en la ciudad de Guadalajara por Alonso Gutiérrez de Écija Alcaide de Alcázar y de las fortificaciones de Guadalajara hechas por los Reyes Católicos y por su esposa, Violante Suárez de Alarcón, en el último tercio del siglo XV. Desde entonces, todos los bienes patrimoniales de la familia eran transmitidos en bloque al primogénito heredero. El primero en recibir el Mayorazgo fue el licenciado don Pedro Suárez de Alarcón, casado con doña Ana de Hermosa, que fue alcalde de Corte en la Chancillería de Valladolid. La reiteración del nombre don Pedro Suárez de Alarcón en los titulares del Mayorazgo al primero le sucedió su hijo don Pedro y a este su también hijo llamado don Pedro, durante todo el siglo XVI, y la continua permanencia de sus «casas principales» en el mismo emplazamiento urbano, supuso que parte de este pasara a denominarse «Plazuela de don Pedro», como aún se conoce en la actualidad. Asociada a este Mayorazgo se encontraba la Iglesia de Santo Domingo de Silos, que fue mandada construir en la actual plaza Mayor por Gómez Suárez de Écija y su mujer Constanza de Ávila, en las primeras décadas del siglo XV.

Plaza de Santo Domingo (Guadalajara)
Plaza de Santo Domingo (Guadalajara)

La plaza de Santo Domingo es una de las mayores y más concurridas plazas de la ciudad de Guadalajara (España). Se sitúa al sur del centro histórico, al final de la calle Mayor, y en ella se ubican el monumento al Conde de Romanones y la iglesia de San Ginés. Allí confluyen algunas de las grandes vías de comunicación de la ciudad, como la carrera de San Francisco, la calle del Amparo, el paseo del Doctor Fernández Iparraguirre y la calle Mayor, además de las menores calle de la Mina, calle del Capitán Arenas, calle de Pablo iglesias y travesía de Santo Domingo. Tiene una forma irregular y una superficie de una hectárea, aproximadamente. Se divide en tres zonas separadas por las calzadas que atraviesan la plaza: la mayor parte, el lado oeste de la plaza, diáfana con dos fuentes; al lado este y a la entrada de la calle Mayor, una zona de jardines con el monumento al Conde de Romanones, y al sur, al otro lado del paseo dell Doctor Fernández Iparraguirre, una plazuela a pie de la iglesia de San Ginés. Tiene su origen en los inicios de la antigua madīnat al-Faray andalusí, en el siglo VIII, como parte de una de las entradas de la ciudad por el sur, en la que se situaba la puerta del Mercado. Cuando en 1260 Alfonso X de Castilla y León concede a Guadalajara el privilegio para realizar dos ferias al año, coincidiendo con las cosechas de primavera y otoño, y mercados todos los martes, éstos se empezarían a celebrar en ésta plaza extramuros, que se conocería entonces como plaza del Mercado. En el siglo XVI se construyó junto a la plaza la iglesia de San Ginés, que también quedó extramuros. A partir de 1834 se la denominó plaza de Marlasca,[1]​ en recuerdo a José Marlasca, víctima de los Cien Mil Hijos de San Luis diez años antes. A finales del siglo XIX se terminó de derruir las murallas de la ciudad, incluida la puerta del Mercado, y se amplió la plaza hasta incorporarla al resto de la ciudad. La última gran transformación de la plaza se produjo en 1991 con la construcción de un aparcamiento subterráneo y un cambio en su fisonomía y en la trazada de las calzadas que la cruzan.