Aranjuez es un municipio y ciudad española en el extremo sur de la Comunidad de Madrid, cabeza del partido judicial del mismo nombre.[7] Se encuentra en un ancho valle, junto a la confluencia de los ríos Tajo y Jarama, bordeado por un conjunto de cerros y mesetas que alcanzan los 630 metros de altitud.[8] Además de los cauces naturales, posee una extensa red de canales, acequias y presas históricas que, tradicionalmente, han propiciado los cultivos de regadío, como frutales y hortalizas, entre los que destacan fresas y espárragos.[9] A nivel medioambiental, buena parte del término municipal forma parte de la zona especial de conservación Vegas, cuestas y páramos del sureste de Madrid,[10] en la cual destacan la reserva natural del Carrizal de Villamejor,[11] y la reserva del Regajal-Mar de Ontígola, que incluye el humedal del Mar de Ontígola y la finca El Regajal.[11]
Su territorio ha estado poblado desde tiempos paleolíticos, aunque no fue hasta la Edad Media cuando comenzó a tener relevancia. En el contexto de la Reconquista, a finales del siglo XII pasó a manos de la Orden de Santiago[12] y entre 1387 y 1409, bajo el maestrazgo de Lorenzo I Suárez de Figueroa, se promovió la construcción de una casona como residencia de los maestres de la Orden.[13] Con motivo de la concesión papal a los Reyes Católicos de administrar las distintas órdenes militares, desde 1489 las tierras de Aranjuez se incorporaron a la Corona y se consolidó como lugar de descanso para la monarquía.[14] Los sucesivos monarcas llevaron a cabo un amplio programa de actuaciones que incluyeron, entre otras, calles arboladas, jardines, obras hidráulicas y un nuevo palacio real.
A mediados del siglo XVIII, Fernando VI derogó las restricciones anteriores que impedían residentes ajenos a la Corte y se fundó una ciudad ex novo.[15] Por tanto, en la segunda mitad de dicho siglo, Aranjuez vivió una gran actividad constructiva que dotó a la población y a la Corona de todos los servicios y equipamientos necesarios para su desarrollo y aprovechamiento.[16][17] En marzo de 1808 fue escenario del motín de Aranjuez, que provocó la caída de Manuel Godoy y la abdicación de Carlos IV en Fernando VII,[18] y a lo largo del siglo XIX fue perdiendo importancia como Real Sitio. Durante el siglo XX, su tradicional economía agraria se vio relegada por la industria y los servicios, y a finales del mismo cobró protagonismo como núcleo turístico y de ocio.[19]
Esto último se sustenta principalmente en su numeroso patrimonio histórico-artístico, en el que destacan el palacio y los jardines ornamentales (jardines del Príncipe, de la Isla, del Parterre, de Isabel II), las huertas históricas, los paseos arbolados y sotos (Pico Tajo, Doce Calles, Legamarejo, El Rebollo), las obras hidráulicas, las zonas agrícolas y el centro histórico, que incluye elementos como la Casa de Caballeros y Oficios, la Casa de Infantes, la iglesia de San Antonio y el convento de San Pascual. En 2001, todo este conjunto, bajo la denominación de Paisaje cultural de Aranjuez, fue declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.[20]
A lo largo del año, los acontecimientos más representativos son las Jornadas Reales de Primavera —en recuerdo de las antiguas celebraciones de la Corte en Aranjuez—,[21] la festividad de San Isidro Labrador en el Real Cortijo de San Isidro,[22] las fiestas patronales de San Fernando[23] y las fiestas del Motín de Aranjuez. En estas últimas, que rememoran los hechos acaecidos en 1808, destacan los actos del asalto al palacio de Godoy, la representación del Motín y el Descenso Pirata del Tajo; en 1990 fueron declaradas Fiesta de Interés Turístico Nacional y en 2014 Fiesta de Interés Turístico Internacional.[24]
La ciudad ha sido escenario y protagonista de numerosas obras artísticas en los campos del cine, la literatura, la pintura y la música, aunque es gracias a esta última por lo que adquirió fama mundial, al servir de inspiración al compositor Joaquín Rodrigo para su Concierto de Aranjuez.[25]