La batalla de Jerusalén (denominada por los británicos Operaciones de Jerusalén) constituye un conjunto de enfrentamientos entre el Imperio británico y el Imperio otomano, durante la campaña homónina. La lucha se desarrolló entre el 17 de noviembre y el 30 de diciembre de 1917, día en el cual la ciudad se rindió. Jerusalén era el objetivo final de la ofensiva del sur de Palestina, parte de la campaña del Sinaí, durante la Primera Guerra Mundial. En las operaciones, los británicos obtuvieron la victoria en dos enfrentamientos en los montes de Judea, al norte y al este de la línea Hebrón–Junction Station: la batalla de Nebi Samwill (17-24 de noviembre) y la defensa de Jerusalén (26-30 de diciembre). Asimismo, también ocurrió el exitoso segundo intento de avance a través del Nahr el Auja (21-22 de diciembre), como en la batalla de Jaffa, aunque esa ciudad ya había sido ocupada como consecuencia de la batalla de Mughar Ridge (16 de noviembre).[1]
Esta serie de enfrentamientos se sucedieron entre las fuerzas británicas del XX Cuerpo, el XXI Cuerpo y el Cuerpo Montado del Desierto; en contra del Grupo de Ejércitos Yildirim, constituido por el Séptimo (en los montes de Judea) y Octavo Ejército (al norte de Jaffa); a lo largo de la costa mediterránea. La derrota otomana en Jaffa y Jerusalén, así como la pérdida de 50 millas (80 kilómetros) de territorio durante el avance de la Fuerza Expedicionaria Egipcia hacia Gaza, con la ocupación de Beerseba, Gaza, Hareira y Sheria, Tel el Khuweilfe y la batalla de Mughar Ridge, constituían una grave revés para el Imperio otomano.[2]
Como resultado de estas victorias, las fuerzas del Imperio británico capturaron Jerusalén y establecieron una nueva línea estratégica fortificada. Esta línea iba desde el norte de Jaffa (en la llanura costera), a través de los montes de Judea hacia Bireh (al norte de Jerusalén), y seguía hacia el este del monte de los Olivos. Con la captura de la carretera de Beerseba–Jerusalén (a través de Hebrón y Belén), además de territorio otomano sustancial al sur de Jerusalén, el dominio de la ciudad quedó asegurado. El 11 de diciembre, el general Edmund Allenby entró humildemente en la Ciudad Vieja a través de la puerta de Jaffa a pie, en lugar de a caballo o en vehículos, como una forma de mostrar respeto a la ciudad santa. Así, Allenby fue el primer cristiano en varios siglos en obtener el control de Jerusalén, sitio muy importante para las tres grandes religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islam). El primer ministro del Reino Unido, David Lloyd George, describió la captura como «un regalo de Navidad para el pueblo británico». La batalla fue una gran inyección de moral para el Imperio británico.[3]