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Jaca

Jaca
Bandera de Chaca
Bandera de Chaca

Jaca (en aragonés Chaca o Xaca)[5]​ es un municipio y una ciudad de la provincia de Huesca, capital de la comarca de la Jacetania en la comunidad autónoma de Aragón, España. El término municipal, además del casco urbano de Jaca, incluye los núcleos de población de Abay, Abena, Ara, Araguás del Solano, Ascara, Asieso, Astún, Atarés, Badaguás, Banaguás, Baraguás, Barós, Bernués, Bescós de Garcipollera, Binué, Botaya, Caniás, Espuéndolas, Fraginal, Gracionépel, Guasa, Guasillo, Ipas, Jarlata, Lastiesas Altas, Lastiesas Bajas, Lerés, Martillué, Navasa, Navasilla, Novés, Orante, Osia, Ulle y Villanovilla, denominados «barrios rurales» y que acogían a inicios de 2018 a 951 habitantes. También incluye los núcleos despoblados de Acín, Bataraguá, Bergosa, Bescansa, Larrosa y Yosa de Garcipollera, y la población residente en Puerto de Astún, la urbanización de la estación de esquí de Astún.

Extracto del artículo de Wikipedia Jaca (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Coordenadas geográficas (GPS)

Latitud Longitud
N 42.55 ° E -0.55 °
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Dirección

Camping Aín Jaca

Camino de San Salvador
22712
Aragón, España
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Número de teléfono

call+34974362922

Página web
campingjaca.com

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Bandera de Chaca
Bandera de Chaca
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Lugares cercanos

Condado de Aragón
Condado de Aragón

El condado de Aragón fue un estado que se originó a principios del siglo IX d. C. en una franja montañosa en el Pirineo central que comprendía los valles de Ansó, Hecho y Aragón. Se crea el Condado de Aragón y los otros condados de la Marca Hispánica por el interés manifiesto de la dinastía carolingia de proteger su frontera meridional de los posibles ataques musulmanes.[1]​ Aunque en un principio estuvo bajo la tutela de los reyes francos, conforme iba extendiéndose por la cuenca alta del río Gállego se desprendía del amparo carolingio y se acercaba al núcleo de gobernantes de Pamplona. Al interrumpirse la línea sucesoria masculina de los condes de Aragón y haber casado a la heredera del condado, Andregoto Galíndez, con el rey de Pamplona García Sánchez I, hace que el hijo de ambos, Sancho Garcés II lleve los títulos de rey de Pamplona y conde de Aragón desde el 925. Estos títulos irán unidos hasta el año 1035 en que el testamento de Sancho el Mayor, divide estas tierras entre sus hijos. Ramiro I de Aragón heredó Aragón, con título de conde y supeditado a su hermanastro el rey García Sánchez III de Pamplona. Ramiro añadió a sus dominios los condados de Ribagorza y Sobrarbe a la muerte de su hermanastro Gonzalo y, posteriormente, actuó con independencia del vasallaje de iure que debía al rey pamplonés, actuando desde ese momento como rey en Aragón. Su hijo Sancho Ramírez firmó como «hijo de rey» y la historiografía posterior consideró a Ramiro como primer rey de Aragón con el nombre de Ramiro I de Aragón e iniciador de su dinastía, llamada Ramírez o Aragón.

Monasterio de San Pedro (Jaca)

El monasterio de San Pedro, en la localidad española de Jaca, fue un monasterio, actualmente desaparecido, del que se tiene constancia por la intervención arqueológica que se realizó en los primeros años del siglo XXI en el subsuelo de la plaza de San Pedro del municipio de Jaca, así como por documentos antiguos en los que se habla de su existencia, como por ejemplo la Crónica de San Juan de la Peña.[1]​ Las excavaciones, dirigidas por Julia Justes Floría,[2]​ permitieron descubrir los restos de lo que debió ser la antigua iglesia de San Pedro el Viejo, un templo que presentaba planta rectangular pequeña con una cabecera y un altar perfectamente definidos. Tras el descubrimiento, los arqueólogos consideraron que los restos podían datarse en la primera mitad del siglo X, alrededor del año 922 o 930.[3]​ Junto con las ruinas de la iglesia también se encontraron dos zonas de necrópolis situadas respectivamente al sur y al norte de la iglesia, que debieron estar en uso desde mediados del siglo X al siglo XIX, por la variedad de tipología de los enterramientos. Los expertos consideran que los enterramientos más antiguos podrían datarse entre los siglos XI y el XIV.[3]​ Tras meses de debates se decidió que los restos se volvieran a cubrir, tapándose con una malla y posteriormente con arena que terminaba con una capa de grava. Para dejar constancia de los restos del subsuelo se consideró adecuado la colocación de una maqueta explicativa de los mismos.[4]​