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Iglesia de San Adrián al Foro

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Comitium
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La iglesia de san Adrián al Foro (en italiano, Sant'Adriano al Foro, «San Adrián en el Foro») fue una iglesia en Roma, anteriormente en la Curia Julia del Foro Romano y una iglesia titular con un cardenal diácono.

Extracto del artículo de Wikipedia Iglesia de San Adrián al Foro (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Iglesia de San Adrián al Foro
Via Sacra, Roma Municipio Roma I

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Coordenadas geográficas (GPS)

Latitud Longitud
N 41.8929 ° E 12.4854 °
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Forum Romanum

Via Sacra
00184 Roma, Municipio Roma I
Lacio, Italia
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Comitium
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Comitium
Comitium

El Comitium (en italiano, Comizio) fue un espacio público de reunión a cielo abierto de la Antigua Roma, y tuvo un enorme significado religioso y profético.[1]​ El nombre procede de la palabra latina para «asamblea».[2]​ La ubicación del Comitium en la esquina noroeste del Foro Romano se perdió con el desarrollo de la ciudad, pero fue redescubierto y excavado por los arqueólogos a principios del siglo XX.[cita requerida] Algunos de los primeros monumentos de Roma, incluyendo la plataforma para hablar públicamente conocida como los Rostra, la Columna Menia, el Graecostasis y las Tabula valeria formaban parte o se relacionaban con el Comitium. El Comitium fue el lugar de gran parte de la actividad política y judicial de la Roma republicana. Allí se reunía la asamblea curiada, las primeras asambleas populares de divisiones de voto organizado de la República.[3]​ La asamblea tribal y la asamblea plebeya de la República se reunían aquí. El Comitium quedaba enfrente de la casa de reunión del Senado Romano - la aún existente Curia Julia y su predecesora, la Curia Hostilia. La curia se relaciona con el Comitium tanto por Livio y Cicerón.[4]​ La mayor parte de las ciudades romanas tenían un Comitium similar para reuniones públicas (L. contiones) o asambleas para elecciones, consejos y tribunales.[5]​ Como parte del foro, donde se ubicaban los templos, y edificios comerciales, judiciales y municipales, el Comitium era el centro de la actividad política. Los romanos tendieron a organizar sus necesidades en ubicaciones específicas dentro de la ciudad. Conforme la ciudad creció, la gran Comitia Centuriata se reunió en el Campo de Marte, fuera de las murallas. El Comitium siguió teniendo importancia para elecciones formales de algunos magistrados; sin embargo, conforme su importancia decayó tras el final de la república, lo mismo ocurrió con la importancia del Comitium.[6]​

Lago Curcio
Lago Curcio

El lago Curcio (curtilacus según Sexto Pompeyo Festo; en latín, lacus Curtius) es un espacio sagrado aproximadamente en la mitad del viejo Foro Romano[1]​·.[2]​ Hoy es de pequeño tamaño, está rellenado y tiene por encima pavimento con piedra antigua. Está rodeado por un enrejado de cerca, donde se encuentra un brocal de pozo redondeado llamado «puteal» y varios altares. Un relieve en mármol que data probablemente de la época de César fue descubierto cerca de 1553, representa el héroe Curcio lanzándose al abismo. Históricamente, es cerca del lago Curcio donde Galba fue asesinado en el año 69 por los soldados de su guardia.[3]​ Los antiguos romanos creían que era una sima infinita. No se conoce de forma precisa cuál fue su significado en la temprana historia romana e igualmente lo fue hasta el último periodo de la República. En cualquier caso, el nombre del lago parece estar relacionado con la Gens Curtia, importante y antigua familia romana de origen sabino. De cualquier forma, el lugar recibía cierta veneración en la Roma antigua, y posee una leyenda, transmitida por diversos autores, con especial importancia de Tito Livio[4]​ y de Varrón, sobre todo del primero. La leyenda cuenta que Roma se enfrentaba a un peligro cuando un oráculo afirmó que podía superarse sólo cuando la Ciudad lanzara aquello de más valor. Un joven, M. Curcio (miembro de la Gens Curtia), entendió que lo más valioso en Roma era la fuerza de la juventud, así que se entregó al abismo, montado a caballo y totalmente armado. La tierra se cerró sobre él y Roma se salvó.[5]​ Tito Livio ofrece una versión alternativa. Dice que el lago Curcio habría recibido su nombre de Metio Curcio, un jinete sabino que cabalgó hacia él, o se cayó dentro, mientras estaba luchando contra Rómulo, durante la guerra derivada del rapto de las sabinas. El lago sería un pantano en que habría quedado arrinconado el rey sabino Metio Curcio, quien se habría caído allí con su caballo y saldría con dificultad.[6]​ Una tercera versión la da Varrón, en su estudio sobre el origen de los nombres de lugares romanos. Menciona la existencia de tradiciones romanas múltiples, la caída de Metio Curcio y otras dos versiones.[7]​ Según una, el abismo se habría abierto, y los oráculos habrían dicho que los dioses querían sacrificar allí a un ciudadano. Marco Curcio se habría lanzado a caballo y armado, ofreciendo así un sacrificio de lo que Roma apreciaba más, su ejército juvenil. La última versión evocada por Varrón no apela a lo sobrenatural: en ese lugar habría caído un rayo, imprimiendo la marca de Júpiter, el Senado ordenó al cónsul del 445 a. C., Cayo Curcio que cerrara este lugar que se había convertido en sagrado.[8]​ La versión heroica que consagraba a Marco Curcio que Livio databa en el 362 a. C.[9]​ fue asumida en gran parte por los autores latinos.[10]​