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Instituto Privado Argentino-Japonés

Argentina en 1927Argentina en 1978Centros educativos de Argentina del siglo XXEscuelas del barrio de Almagro (Buenos Aires)Instituciones educativas establecidas en 1927
Instituciones educativas establecidas en 1978
Nichia Gakuin, Buenos Aires 02
Nichia Gakuin, Buenos Aires 02

El Instituto Privado Argentino-Japonés, también conocido como Nichia Gakuin (日亜学院), es un instituto de educación primaria y secundaria bilingüe español-japonés de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Es la única escuela autorizada por el Ministerio de Educación de Argentina para exigir a los estudiantes estudiar el idioma japonés,[1]​ y es el único instituto de educación formal bilingüe en español-japonés en Buenos Aires.[2]​ Su campus se ubica entre las calles Yatay 261 y Pringles 268 en el barrio Almagro. Ricardo Braginski de Clarín escribió que el instituto representa la comunidad de descendientes japoneses en Buenos Aires.[3]​

Extracto del artículo de Wikipedia Instituto Privado Argentino-Japonés (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Instituto Privado Argentino-Japonés
Yatay, Buenos Aires Almagro

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Coordenadas geográficas (GPS)

Latitud Longitud
N -34.609494 ° E -58.428936 °
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Dirección

Yatay 263
1212 Buenos Aires, Almagro
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
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Nichia Gakuin, Buenos Aires 02
Nichia Gakuin, Buenos Aires 02
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Lugares cercanos

Hospital Italiano de Buenos Aires
Hospital Italiano de Buenos Aires

El Hospital Italiano de Buenos Aires es una asociación civil sin fines de lucro dedicada a la medicina general y de alta complejidad. Fue fundado en 1853 por la Sociedad Italiana de Beneficencia en Buenos Aires, El Hospital, al año, atiende 2 800 000 consultas, efectúa 46 200 egresos y realiza 44 000 procedimientos quirúrgicos en sus 41 quirófanos. En la actualidad, dispone de 785 camas para internación, 200 de las cuales se destinan a cuidados críticos, y de 800 camas de medicina domiciliaria. Su equipo de trabajo está formado por 9337 personas: 3300 médicos, 3537 miembros del staff de salud y 2500 personas de los sectores administrativos. Desde el punto de vista asistencial, el Hospital Italiano ofrece más de 40 especialidades médicas y cuenta con un equipamiento completo de diagnóstico y tratamiento y con un plantel profesional reconocido. También cuenta con una universidad propia, donde se dictan las carreras de Enfermería, Medicina, Bioquímica, Farmacia, Licenciatura en Instrumentación Quirúrgica e Ingeniería Biomédica, y con el Instituto de Medicina Traslacional e Ingeniería Biomédica, una unidad ejecutora de triple dependencia entre el Hospital, el Instituto Universitario y el CONICET. Una red integrada de salud Cuenta con una red integrada de salud que está conformada por la sede Central, la sede San Justo y 18 Centros Médicos Ambulatorios distribuidos por los distintos barrios de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires. Las sedes Central y San Justo están disponibles para resolver situaciones de emergencia y de mayor complejidad. Por su parte, los Centros Médicos Ambulatorios acercan a la comunidad las especialidades y prácticas necesarias para el cuidado frecuente y preventivo de la salud. Más de 300 consultorios particulares complementan su atención. INSTITUTO UNIVERSITARIO HOSPITAL ITALIANO El Instituto Universitario Hospital Italiano concentra toda la gestión educativa de grado y posgrado, brinda formación en servicio a los profesionales de la salud a través de las 49 residencias en especialidades médicas, Bioquímica Clínica, Psicología, Fonoaudiología, Kinesiología, Farmacia y Enfermería, 19 becas adscriptas al programa de residencias para extranjeros y 180 becas de perfeccionamiento. Además, dicta las carreras de grado de Licenciatura en Enfermería, Licenciatura en Instrumentación Quirúrgica, Medicina, Farmacia, Bioquímica e Ingeniería Biomédica, que tienen al alto nivel científico, al posicionamiento ético y a la excelencia académica como ejes formativos esenciales. También ofrece numerosas posibilidades de formación para profesionales a través de: maestrías, doctorado, carreras de especialización y cursos de formación continua tanto virtuales como presenciales.

Monasterio Santa Teresa de Jesús (Buenos Aires)
Monasterio Santa Teresa de Jesús (Buenos Aires)

El monasterio Santa Teresa de Jesús es una casa conventual de clausura que se acompaña de la iglesia homónima, ambas pertenecientes a la Orden de Carmelitas Descalzos. Erigido en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) en 1896, este monasterio carmelita es por su antigüedad el segundo edificado en esa urbe, veintidós años después del monasterio de San José. Aunque la idea de fundar un nuevo convento surgió con anterioridad, fue Mercedes Castellanos de Anchorena quien la hizo efectiva, al donar en 1894 terrenos por entonces propios y el dinero necesario para facilitar la edificación del monasterio en el barrio de Almagro. De estilo neogótico, la iglesia y el monasterio fueron concebidos como una unidad, tanto desde el punto de vista edilicio como funcional. Así, la iglesia brinda servicios religiosos simultáneamente a la comunidad de monjas contemplativas (clausura) y a la comunidad de laicos. Regida por la observancia de las constituciones teresianas aprobadas por Juan Pablo II en 1990, la historia monástica del carmelo Santa Teresa de Jesús resultó rica en experiencias, entre las que sobresalen la visita de Don Orione, y la del cardenal Antonio Samoré (26 de diciembre de 1978) cuando, recién designado como representante especial de Juan Pablo II para la mediación papal en el conflicto del Beagle entre Argentina y Chile, oró en el convento y solicitó en nombre del sumo pontífice la oración de la comunidad carmelita para evitar la guerra entre esos dos países. A ellas se sumaron las visitas del nuncio apostólico de Gran Bretaña, Faustino Sainz (en 2008) y la del cardenal Stanislaw Dziwisz (en 2009), actual arzobispo de la arquidiócesis de Cracovia, quien fuera secretario privado del papa Juan Pablo II.

Edificio Medrano 172
Edificio Medrano 172

El edificio en Medrano 172 es uno de los primeros ejemplos notables de arquitectura postmoderna en Buenos Aires, y a pesar de ser desconocido por la sociedad en general, suscitó un fuerte debate dentro de la comunidad arquitectónica, y fue centro tanto de admiración como de ácidas críticas por diversos autores. Fue diseñado en 1977 por el estudio de Diana Agrest y Mario Gandelsonas, argentinos radicados en Nueva York (Estados Unidos) que se asociaron con los arquitectos Jorge Feferbaum y Marcelo Naszewski para desarrollar el proyecto. Agrest y Gandelsonas se destacaban ya en esa época por su trayectoria docente y teórica, por lo cual presentaron el edificio de Medrano 172 con una extensa entrevista en la revista de arquitectura Summa, en septiembre de 1983, cuando la construcción ya estaba finalizada. El edificio fue construido en un terreno de 385 m², ubicado entre medianeras sobre la arbolada avenida Medrano a metros de su cruce con la avenida Díaz Vélez (barrio de Almagro), con los lotes vecinos ocupados por una antigua residencia tipo petit hotel y del otro lado una torre con basamento, que ocupa la esquina. La zona es principalmente residencial, pero la avenida Medrano tiene además un fuerte uso comercial de escala barrial, por lo cual el edificio incluyó locales para alquiler en la planta baja. Con una fachada fuertemente simétrica, con cierta alusión tanto en los materiales como en los aventanamientos al Cementerio de San Cataldo, obra del arquitecto Aldo Rossi e hito fundacional del posmodernismo. Revestida completamente en ladrillo común y sin ningún tipo de ornamentación aplicada, se destaca por su sobriedad pero especialmente por lo imponente de su entrada principal, enfatizada simbólicamente como un pórtico de triple altura que llega hasta el segundo piso de viviendas. Además, aunque no llega a verse casi desde ningún ángulo desde el nivel de la calle, el frente de Medrano 172 está coronado por una cúpula en cuarto de esfera, también revestida en ladrillo, que encierra la sala de máquinas de los ascensores. Se trata por otro lado de un convencional edificio de departamentos en propiedad horizontal, compuesto por dos “cuerpos” o “bloques”, uno de siete plantas de altura que mira al frente, y uno de diez plantas que se ubica hacia el fondo del terreno. Sobre el bloque del frente se distribuyen los locales comerciales, la entrada principal y el acceso a los estacionamientos subterráneos en planta baja, y diez departamentos de tres ambientes; mientras que sobre el bloque del fondo hay catorce departamentos de dos ambientes y dos dúplex que toman los últimos pisos. La fachada del cuerpo del contrafrente contrasta completamente con la del que da a la avenida, ya que está rematada por gran plano vidriado que toma los últimos tres pisos y funciona como telón de fondo. Así, dos patios de aire y luz separan ambos cuerpos, y además queda un patio trasero como jardín. En cuanto al diseño, los autores tuvieron en cuenta numerosos detalles muy particulares, como los balcones embutidos, ya que no sobresalen en voladizo sino que son parte de la sala de estar, encerrados por dos planos de vidrio y una entrada lateral, manteniendo así una fachada bidimensional si volúmenes sobresalientes. Los autores destacaron en la entrevista de la revista Summa, un detalle provocativo del proyecto original, en el cual una ventana caía sobre el muro divisorio entre los dos departamentos del frente, por lo que era compartida por ambos propietarios, pudiéndose dar algunas situaciones insólitas como que media ventana estuviera iluminada y la otra a oscuras, etc. Otro elemento muy trabajado fue la secuencia de acceso al edificio, mediante el gran pórtico sobre la fachada, que conduce al hall en donde el ascensor principal se encuentra en el centro, y es necesario rodearlo para llegar a la escalera imperial, resuelta en dos brazos en una clara alusión a arquitecturas clásicas, conduciendo al primer nivel del edificio del contrafrente, en donde se encuentran las bauleras y depósitos. El ascensor que sirve a este bloque del fondo, sobresale del edificio y se ubica en el exterior, sobre el patio trasero. Dentro del debate suscitado por lo innovador y provocativo del edificio de Medrano 172, se destacan las críticas sarcásticas realizadas por el arquitecto Mario Sabugo, teórico y docente de Historia de la Arquitectura, quien publicó un ácido artículo en el diario Clarín. Burlándose de la fascinación de buena parte de la comunidad de arquitectos porteños ante la llegada del posmodernismo, Sabugo criticó la relación entre los patios de aire y luz y la superficie construida, la insuficiencia de espacios de guardado y otras cuestiones funcionales, como las columnas estructurales interrumpiendo habitaciones o la idea de los balcones embutidos, a su criterio inútiles.