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Fuente China

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Perú en 1924
Pileta del Parque de la Exposición
Pileta del Parque de la Exposición

La Fuente China es una fuente monumental instalada en el Parque de la Exposición de Lima (Perú), obra de los italianos Gaetano Moretti, Ettore Graziosi y Valmore Gemignani e inaugurada en 1924.

Extracto del artículo de Wikipedia Fuente China (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Fuente China
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Pileta del Parque de la Exposición
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Museo de Arte de Lima
Museo de Arte de Lima

El Museo de Arte de Lima (MALI) es uno de los principales museos del Perú, ubicado en el Paseo Colón, frente al Museo de Arte Italiano, en el distrito de Lima. Su área de exposición total es de 4500 m² incluyendo las salas correspondientes a la colección permanente y a las exposiciones temporales. Es una construcción precursora en América Latina, pues es una de las más tempranas e importantes obras hechas con la técnica de construcción en fierro. Proyectado en el estilo neo-renacentista, fue diseñado por el arquitecto italiano Antonio Leonardi. Rodeado de estatuas, jardines y zoológico, el Museo es de carácter artístico y tiene como tema el arte peruano a través de su historia.[1]​ La colección está organizada de acuerdo a las épocas de la historia peruana; su colección incluye cerámica y textilería de las diversas culturas prehispánicas que existieron en los Andes, muebles coloniales, obras pictóricas de Pancho Fierro, José Gil de Castro, Francisco Laso, Ignacio Merino, Carlos Baca Flor y otros pintores del período republicano, así como su exposición permanente que engloba 3 000 años de arte en el Perú. El Museo brinda cursos de artes plásticas, expresión corporal, guitarra, aeróbicos y danzas. También cuenta con servicios de filmoteca. Es uno de los principales museos del país, con una trayectoria reconocida en la conservación, investigación y difusión del arte peruano.[2]​

Independencia del Perú
Independencia del Perú

La independencia del Perú fue un capítulo fundamental en las guerras de independencia hispanoamericanas. Fue un proceso histórico y social que abarcó todo un periodo de revoluciones y conflictos bélicos, los cuales propiciaron la independencia política y el surgimiento de la República Peruana como un estado independiente de la monarquía española. Este resultado fue producto de la ruptura política y la desaparición del Virreinato del Perú, consumado por la convergencia de las corrientes libertadoras de América.[4]​ Los antecedentes más remotos de un afán revolucionario pueden rastrearse desde la misma creación del Virreinato del Perú hasta bien entrado el siglo XVIII. A lo largo del periodo colonial, algunos movimientos derivaron en auténticas rebeliones. La sangrienta rebelión de Túpac Amaru II, aunque no fue la primera ni la última, sí fue la más importante y culminó en una violenta represión por parte de las autoridades virreinales. Este levantamiento estalló en respuesta a las reformas borbónicas, y fue la primera vez que los documentos virreinales usaron el término “insurgentes”, además de que un movimiento proclamó la abolición de la esclavitud en el Perú.[5]​ Sin embargo, existe debate sobre si la finalidad de esta rebelión era realmente la independencia o una revolución del orden social virreinal. A inicios del siglo XIX, como parte de su estrategia de Bloqueo Continental, Napoleón Bonaparte forzó a los monarcas españoles Carlos IV y su hijo Fernando VII a abdicar en su favor, entregando luego la corona española a su hermano, José Bonaparte. Esto provocó un levantamiento en España y el establecimiento de juntas de gobierno en varios territorios de España y América, que se disputaron la hegemonía sin alterar el orden virreinal. Durante este periodo, el virrey Abascal convirtió al Ejército Real del Perú y al virreinato peruano en la base de la contrarrevolución contra los movimientos independentistas en el Alto Perú, Quito, Chile y el Río de la Plata. En este contexto, surgieron las primeras rebeliones autónomas en el Perú, influenciadas por la revolución rioplatense, que provocaron múltiples levantamientos en Tacna, Huánuco, Huamanga, Cuzco, Apurímac y otras regiones. Sin embargo, estos esfuerzos no lograron alcanzar la independencia del país, aunque las montoneras peruanas mantuvieron una guerra de guerrillas hasta la llegada de las corrientes libertadoras de América del sur. En 1820, la rebelión de la Grande Expedición de Ultramar eliminó la amenaza de invasión sobre el Río de la Plata y Venezuela, permitiendo la llegada al Perú de las corrientes libertadoras de América del sur. La Expedición Libertadora del Perú, liderada por el general argentino José de San Martín, desembarcó en las costas peruanas procedente de Chile. Los realistas abandonaron Lima y se fortificaron en el Cuzco, mientras que San Martín proclamó la independencia del Estado peruano el 28 de julio de 1821. Bajo su Protectorado se estableció el primer Congreso Constituyente del país. La guerra de Maynas logró emancipar el oriente peruano en 1822. Sin embargo, ante el estancamiento del conflicto y el decepcionante resultado de la Entrevista de Guayaquil con Simón Bolívar, San Martín se vio obligado a retirarse del Perú. La joven república continuó una guerra de resultado incierto contra los reductos realistas en el interior del país, lo que propició la llegada de Bolívar y la corriente libertadora del norte, liderando el Ejército Unido Libertador del Perú. Finalmente, en 1824, la rebelión del Alto Perú quiebra el bastión realista de la sierra, y con las batallas de Junín y Ayacucho se selló la capitulación del ejército realista y el fin del Virreinato del Perú. Tras la independencia del Perú, en abril de 1825 concluyó la campaña de Sucre en el Alto Perú. En noviembre de ese mismo año, México obtuvo la capitulación del castillo español de San Juan de Ulúa en Veracruz. Posteriormente, en enero de 1826, cayeron los últimos reductos españoles en el Callao y Chiloé. Una década después, en 1836, España renunció a todos sus territorios continentales americanos.[6]​ Más allá de las emancipaciones, el Perú envió tempranamente a sus primeros cónsules a España, desde 1840. En 1865, la reina Isabel II recibió las credenciales del cónsul peruano Domingo Valle Riestra, quien obtuvo de facto el reconocimiento de la independencia del Perú. Sin embargo, el estallido de la guerra hispano-sudamericana en 1865-66, que enfrentó a España y varios países sudamericanos, interrumpió los acuerdos hasta la firma del armisticio en 1871. Finalmente, en 1879, España y Perú suscribieron el Tratado de Paz y Amistad.[7]​ Los resultados de la independencia fueron diversos: en el ámbito político, se rompió la dependencia de España, pero en el económico se mantuvo la dependencia de Europa. En lo social, el despojo de tierras a los indígenas se acentuó durante la era republicana.[8]​ Aunque esta población obtuvo la ciudadanía con el nacimiento de la república, el 27 de agosto de 1821,[9]​ y previamente había conseguido plena ciudadanía en la monarquía española mediante las Cortes de Cádiz el 19 de marzo de 1812,[10]​ los indígenas continuaron siendo tratados de forma inhumana hasta bien entrado el siglo XX.[11]​ Hoy en día, el país sigue trabajando por construir una sociedad verdaderamente democrática, donde se garanticen y respeten plenamente los derechos de todos los peruanos.[12]​