El Imperio español, también denominado Monarquía Española,[3] Católica o Hispánica[4][5] y, más tarde, Reino de las Españas o de España,[6][n. 5] fue el conjunto de territorios gobernados por las dinastías reinantes en España entre los siglos xvi y xx.
Tras el descubrimiento de América en 1492, la Casa de Austria exploró y conquistó grandes extensiones de territorio en América, desde el actual suroeste de los Estados Unidos hasta Centroamérica, así como el Caribe, la zona occidental de Sudamérica, y algunos fuertes y asentamientos aislados de las actuales Alaska y Columbia Británica.[7] Todos estos territorios se integraron en la Corona de Castilla y, más tarde, como reinos de la Corona española. Inicialmente se organizaron en dos virreinatos, el virreinato de Nueva España y el virreinato del Perú.
Con el descubrimiento y asentamiento en varios archipiélagos del Pacífico a finales del siglo XVI, se incorporaron al imperio las Indias orientales españolas, formadas por las Filipinas, las Marianas (que incluían Guam), la porción norte de Formosa, y las Carolinas (que incluían las Palaos), bajo la jurisdicción de la Nueva España. Más tarde, en las porciones norte y sur del virreinato del Perú se crearon los de Nueva Granada y del Río de la Plata, respectivamente.
En Europa, el Imperio incluía los Países Bajos, territorios en Italia (principalmente el Milanesado y los reinos de Nápoles, Sicilia y Cerdeña) y otras posesiones como el Franco Condado y el Rosellón (en la actual Francia).[8]
En África, aparte de Canarias integradas en la Corona de Castilla desde 1402 y Guinea desde fines de 1700, hasta el siglo XIX los territorios españoles se reducían a una serie de plazas fuertes y Guinea, que dependió del Virreinato del Río de la Plata hasta 1821. A raíz del reparto del continente entre las potencias europeas, España pasó definitivamente a administrar territorios en el Sáhara, en el golfo de Guinea y en Marruecos.
El Imperio español alcanzó los 14 millones de kilómetros cuadrados (casi la séptima parte de la superficie de las tierras emergidas del planeta) a finales del siglo XVIII,[9][10] aunque algunos autores, como el historiador Raymond Carr, señalan que uno de sus periodos de máxima expansión es el comprendido entre los años 1580 y 1640, durante los reinados de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, período en el que tuvo lugar la unión dinástica con Portugal (considerada una conquista española por un amplio número de historiadores).[11][12][13][14][15][16]