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Cruz de Mañozca

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Cruz de Mañozca
Cruz de Mañozca

La cruz de Mañozca o de Tepeapulco es una antigua cruz de piedra ubicada en el centro de la Ciudad de México.

Extracto del artículo de Wikipedia Cruz de Mañozca (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Cruz de Mañozca
Calle Plaza de la Constitución, Ciudad de México Cuauhtémoc

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Calle Plaza de la Constitución
06060 Ciudad de México, Cuauhtémoc
México
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Cruz de Mañozca
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Real y Pontificia Universidad de México
Real y Pontificia Universidad de México

La Real y Pontifica Universidad de México fue una universidad del virreinato de la Nueva España creada por real cédula del emperador Carlos V, firmada en su nombre por el príncipe Felipe, en la ciudad de Toro (Zamora) el 21 de septiembre de 1551 e inaugurada el 25 de enero de 1553. Aunque el papado concedió una bula en la que daba su autorización, esta nunca llegó a la Nueva España, ya que el rey y su Consejo de Indias consideraron que se excedían los privilegios a la universidad, por tanto la bula permaneció en España. Fue en el siglo XVIII cuando comenzó a utilizarse la denominación de "pontificia", lo que el investigador Enrique González González ha denominado un "símbolo de honra". Tradicionalmente, se consideran a la Universidad Nacional Autónoma de México[1]​ y la Universidad Pontificia de México[2]​ como sus herederas institucionales. Sin embargo, se ha planteado un debate acerca de la continuidad de la universidad virreinal con la UNAM. Esta idea se originó con motivo de los festejos del IV Centenario de la Universidad de México en 1951 que diferían con las intenciones de Justo Sierra, quien buscaba crear una nueva universidad en 1910, diferente a la virreinal (incluso antítesis de ella); aunque es común ver en eventos formales engalanarse con pendones con el actual escudo universitario flanqueado, entre otros, con el de la Real Universidad de México.[3]​ Por otro lado, el 25 de enero de 2012, la congregación para la educación católica otorgó a la Universidad Pontificia de México el reconocimiento de ser la misma institución que la Real y Pontificia Universidad de México.[4]​ Fue su primer rector y catedrático don Francisco Cervantes de Salazar.

Imperio azteca
Imperio azteca

El Imperio mexica o Triple Alianza (del náhuatl: Exkan Tlahtoloyan[nota 1]​ o Ēxcān Tlahtōlōyān[nota 2]​ ‘Los tres lugares donde se dan órdenes’),[nota 3]​ llamado también Imperio azteca y —con más precisión— Imperio tenochca,[nota 4]​ fue una unidad política compleja y multiétnica que existió en el área central de Mesoamérica durante el Posclásico Tardío hasta la Conquista española. Formalmente, estaba integrada por los dominios de la Triple Alianza (conformada por Texcoco, Tlacopan y México-Tenochtitlan), la cual se estableció a partir de las facciones victoriosas de una guerra civil que se libró entre la ciudad de Azcapotzalco y las antiguas provincias tributarias de la misma. A pesar de la concepción inicial del imperio como una alianza de tres ciudades-estado autónomas, Tenochtitlan rápidamente se convirtió en dominante militarmente.[2]​ Cuando los conquistadores españoles llegaron en 1519, las tierras de la Alianza eran gobernadas efectivamente desde Tenochtitlan, mientras que los otros miembros de esta habían asumido roles subsidiarios, ya que, en los hechos, los mexicas ostentaban el poder central. El culto imperial, específicamente, fue el de Huitzilopochtli, el dios patrono guerrero distintivo de los mexicas. La fundación y posterior expansión de la Triple Alianza tuvo lugar en 1430, una vez fue derrotado Azcapotzalco, capital del Imperio Tepaneca, hasta entonces dominante en el valle de México (Santamarina 2006). Azcapotzalco fue vencido por la alianza de mexicas, acolhuas y tlacopanecas, hasta entonces todos ellos vasallos suyos. A partir de entonces, los territorios del Imperio azteca se fueron ampliando hasta llegar a ocupar el centro de México, la zona central de Oaxaca, la costa del golfo de México, Guerrero y el Soconusco. El fin del Imperio azteca ocurrió el 13 de agosto de 1521, cuando los españoles —en alianza con los tlaxcaltecas y totonacas, entre otros pueblos indígenas— derrotaron la resistencia mexica en Tenochtitlan y Tlatelolco.

Embajada de Estados Unidos en México
Embajada de Estados Unidos en México

Los Estados Unidos de América mantienen relaciones diplomáticas con México desde 1822, pocos años después de que ese país consiguiera su independencia. En ese año, el presidente de Estados Unidos, Andrew Jackson, realizó un envió extraordinario de Ministro Plenipotenciario a México, y así Joel R. Poinsett se convirtió en el primer embajador estadounidense en México. Oficialmente, la embajada recibió el visto oficial por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, en el año de 1898. Las relaciones entre los Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mexicanos no son solo una realidad dictada por la geografía sino por el gran flujo de intereses económicos, políticos y culturales de ambas partes de la frontera, relación regida dentro del Marco Jurídico Internacional en la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas. De acuerdo con esta Convención, las funciones de las Misiones Diplomáticas se basan en representar y proteger los intereses del Estado, así como sus ciudadanos ante el Estado receptor; negociar con el gobierno receptor, recabar información (por todos los medios legítimos) y reportarlos a su gobierno; promover relaciones amistosas y desarrollar las relacionadas económicas, culturales y científicas entre ambos países o. Debido a estos intereses, la representación más grande de Estados Unidos de América se encuentra en su misión diplomática en México. Contando no solo con su embajada en la capital de país, sino también con nueve consulados, ubicados estratégicamente con una amplia cobertura en las principales ciudades de México y con 13 agencias consulares en los puntos vacacionales más importantes del país. Dichas agencias consulares se limitan a informar y proteger al ciudadano estadounidense en caso de emergencia y son supervisadas por el consulado más cercano. Las relaciones internacionales entre México y Estados Unidos se han interrumpido en varias ocasiones: del 28 de diciembre de 1836 al 7 de julio de 1839 (durante la Independencia de Texas); del 28 de marzo de 1845 al 2 de octubre de 1848 (en el transcurso de la intervención estadounidense en México); del 18 de marzo de 1913 al 3 de marzo de 1917 (durante la Revolución Mexicana, la embajada estadounidense fue cerrada el 22 de abril de 1914 luego de la ocupación estadounidense a Veracruz; el embajador Henry Lane Wilson fue llamado a Washington tras haberse implicado en el complot de la Decena Trágica para derrocar al presidente Francisco I. Madero.

Virreinato de Nueva España
Virreinato de Nueva España

El virreinato de Nueva España fue una entidad territorial integrante del Imperio español, establecida en gran parte de América del Norte por la Monarquía Hispánica durante la colonización española de América, entre los siglos XVI y XIX. Se originó tras la caída de México-Tenochtitlan, acontecimiento principal de la conquista, la que propiamente no concluyó sino hasta mucho después, pues su territorio siguió creciendo hacia el norte. Se creó oficialmente el 8 de marzo de 1535. Su primer virrey fue Antonio de Mendoza y Pacheco, y la capital del virreinato fue la Ciudad de México, establecida sobre la antigua México-Tenochtitlan. Abarcó una superficie enorme que comprendió los territorios de España en América del Norte, América Central, Asia y Oceanía. Incluyó lo que actualmente es México, más los actuales estados de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México, Arizona, Texas, Oregón, Washington, Florida y partes de Idaho, Montana, Wyoming, Kansas, Oklahoma y Luisiana, por parte de los actuales Estados Unidos; así como la parte suroeste de la Columbia Británica del actual Canadá; más la Capitanía General de Guatemala (que incluía los actuales países de Guatemala, el estado de Chiapas, Belice, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua); más la Capitanía General de Cuba (actuales Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Trinidad y Tobago y Guadalupe); la Provincia de Venezuela y así como, finalmente, la Capitanía General de Filipinas, (comprendiendo las Filipinas, las islas Carolinas y las islas Marianas, en el océano Pacífico, en Asia y Oceanía). Desde 1626 hasta 1642 los españoles se establecieron en el norte de la isla de Taiwán (llamada por los portugueses Formosa; «Hermosa» en castellano).[4]​ La organización política dividía el virreinato en reinos y capitanías generales. Los reinos fueron: México Temixtitan (1527), Nueva Galicia (1530), Guatemala (1540), Nueva Vizcaya (1562), Nuevo León (1569), Nuevo México (1598), Nueva Extremadura (1674) y Nuevo Santander (1746). Además, hubo cinco capitanías generales: Santo Domingo (1535), Yucatán (1565), Filipinas (1574), Puerto Rico (1582) y Cuba (1777). Estas subdivisiones territoriales tenían un gobernador y capitán general (que en la Nueva España era el propio virrey, quien añadía este título a sus otras dignidades). En Guatemala, Santo Domingo y la Nueva Galicia, estos funcionarios eran llamados presidentes gobernadores, dado que encabezaban reales audiencias. Por esta razón, estas audiencias eran consideradas como «pretoriales».[5]​ Existieron dos señoríos. El más importante fue el marquesado del Valle de Oaxaca, propiedad de Hernán Cortés y sus descendientes que incluía un conjunto de vastos territorios donde los marqueses tenían jurisdicción civil y criminal, y derecho a conceder tierras, aguas y bosques y dentro del cual se hallaban sus principales posesiones (estancias de ganado, labores agrícolas, ingenios azucareros, batanes y astilleros).[6]​ El otro señorío fue el ducado de Atlixco, otorgado en 1708, por el rey Felipe V a José Sarmiento de Valladares, exvirrey de Nueva España y casado con la condesa de Moctezuma, con jurisdicción civil y criminal sobre Atlixco, Tepeaca, Guachinango, Ixtepeji y Tula de Allende.[7]​ El rey Carlos III introdujo reformas en la organización del virreinato en 1786, conocidas como reformas borbónicas en Nueva España, en las que se creaban las intendencias, que permitieron limitar, en cierta forma, las atribuciones del virrey. Desde principios del siglo XIX, el virreinato cayó en crisis (agravada por la guerra contra las tropas francesas en la Península) y su consecuencia directa fue la crisis política en México de 1808 que acabó con el gobierno de José de Iturrigaray y, más adelante, dio pie a la Conjura de Valladolid y la conspiración de Querétaro. Esta última fue el antecedente directo de la independencia de México, la que, al consumarse en 1821, desintegró el virreinato y dio paso al Primer Imperio Mexicano, en el que finalmente se coronaría Agustín de Iturbide.

Segunda República Federal (México)
Segunda República Federal (México)

La Segunda República Federal es el nombre con el que se le conoce al segundo intento federalista en la historia de México. Oficialmente llamada Estados Unidos Mexicanos, la república federal fue restaurada el 22 de agosto de 1846, cuando el presidente interino José Mariano Salas, expidió el decreto que restauraba la Constitución de 1824.[2]​[3]​ En este periodo, la república atravesó nuevamente un lapso caótico, marcado por una grave inestabilidad política que provocó varios conflictos internos como la Guerra de Reforma. Otros hechos históricos relevantes durante este periodo fueron la dictadura de Santa Anna, la Venta de La Mesilla y la promulgación de la Constitución de 1857. Durante este periodo hubo dos conflictos internacionales; la conclusión de la invasión estadounidense, donde México se vio forzado a perder más de la mitad de su territorio a favor de los Estados Unidos y la invasión de Francia. La República Federal duró casi diecisiete años, fue gobernada por 14 presidentes de los cuales sólo José Joaquín de Herrera concluyó su mandato constitucional. La República fue disuelta el 10 de julio de 1863 con el decreto de cambio de modelo de gobierno a una monarquía hereditaria,[4]​ lo cual dio inicio al Segundo Imperio Mexicano gobernado por Maximiliano I. Junto con el Imperio Mexicano, la Primera República Federal y la República Centralista, este período forma parte del llamado México Independiente, una etapa en la que México padeció gran inestabilidad política en el que se definió el régimen político que debía adoptar el nuevo Estado.

Centro Histórico de la Ciudad de México
Centro Histórico de la Ciudad de México

El Centro Histórico de la Ciudad de México es el conjunto urbano y arquitectónico que constituye el núcleo original en torno al cual creció la actual capital mexicana, remontándose esta condición (reflejada por la zona arqueológica del Templo Mayor) hasta la antigua México-Tenochtitlan.[1]​ El área de esta zona de la ciudad se puede definir de acuerdo con dos criterios. En un sentido administrativo, corresponde a la totalidad de la colonia Centro y parte de otras diecisiete colonias de la demarcación Cuauhtémoc.[n 1]​ En otro sentido, corresponde a la zona de monumentos históricos delimitada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Se circunscribió por decreto presidencial el 11 de abril de 1980, dentro de un área de 9.7 kilómetros cuadrados; incluye y rebasa en parte el centro del antiguo islote sobre el cual se fundó la ciudad prehispánica y también el que tuvo luego la traza colonial. Es ahí, precisamente, donde perduran, a pesar de la acción destructiva del tiempo y de la actividad humana, vestigios y monumentos relevantes que reflejan los ya casi siete siglos de la vida de la ciudad. Todo este conjunto arquitectónico en esa área de la ciudad es Patrimonio de la Humanidad, desde 1987.[2]​[3]​[4]​ [5]​ La zona esta delimitada, al norte, por la calle República de Honduras, en la zona conocida como La Lagunilla; al sur, por la calle José María Izazaga; al este, por la avenida Anillo de Circunvalación (esto, en el tramo que va de Izazaga a República de Honduras), y al oeste, por la avenida Paseo de la Reforma (en el tramo de la calle Atenas a República de Honduras).[6]​ Recibe este nombre el viejo casco de la ciudad colonial y decimonónica, integrado por 668 manzanas, que albergan unos mil quinientos edificios catalogados con valor artístico o histórico, lo que incluye construcciones religiosas civiles, asistenciales, hospitalarias, administrativas, educativas, culturales y habitacionales, que van del siglo XVI al siglo XX, y que sigue siendo el corazón económico y político de la ciudad, a pesar de sus proporciones actuales, por su importancia fincada en su riqueza monumental, ya que se considera el centro histórico más relevante de América.[7]​ Se le llama Centro Histórico debido a que en el centro de la zona lacustre de cinco lagos — lago de Texcoco, lago de Chalco, lago de Xochimilco, lago de Zumpango y lago de Xaltocan — se encontraba una pequeña isla en la cual se instaló el conjunto ceremonial y político de México-Tenochtitlan, cabecera de la Triple Alianza y de los dominios de los mexicas. Posteriormente, al momento de la conquista española en 1521, la ciudad mexica pasó a ser el centro político, económico, religioso y cultural de la Nueva España, utilizando en gran medida la traza prehispánica.[8]​

Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público
Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público

El Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se encuentra localizado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, México. El museo se enfoca a la difusión de arte moderno y contemporáneo. El Antiguo Palacio del Arzobispado fue erigido sobre el templo de Tezcatlipoca, una de las más importantes construcciones de la antigua Tenochtitlan. La construcción de esta sede arzobispal inició durante los primeros años de la etapa colonial cuando fray Juan de Zumarraga realizó la compra de algunas propiedades en el centro de la recién trazada capital, para construir en ella la edificación que abría de albergar la residencia del arzobispo de México así como algunas oficinas y una prisión. Tras las ampliaciones y cambios que tuvo a largo del periodo virreinal, el edificio fue expropiado a mediados del siglo XIX como parte de las leyes de desamortización de los bienes del clero y pasó a formar parte del patrimonio de la Secretaría de Hacienda, misma que estableció en ella sus oficinas conservando la parte central de la edificación y vendiendo el resto a particulares, con lo cual se redujo la superficie del edificio a tan sólo una parte de la dimensión que llegó a alcanzar durante su periodo de mayor esplendor. Luego de verse seriamente afectado por los sismos de 1985, el edificio fue sometido a un profundo proceso de restauración en el cual fue posible encontrar parte de antigua plataforma del Templo de Tezcatlipoca así como numerosos objetos pertenecientes a la cultura mexica. Al finalizar dicho proceso, el antiguo palacio arzobispal fue destinado a albergar parte de las colección de arte de la Secretaría de Hacienda, una de las más grandes del país. En la actualidad en este edificio se realizan un importante número de exposiciones temporales, eventos culturales y presentaciones editoriales en el marco de su majestuosa arquitectura.