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Reino de Hungría (1920-1946)

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Flag of Hungary (1915 1918, 1919 1946)
Flag of Hungary (1915 1918, 1919 1946)

Reino de Hungría (en húngaro: Magyar Királyság) es el nombre oficial que recibió el Estado húngaro entre 1920 y 1946 hasta que, tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial, se transformó en la Segunda República Húngara. A pesar de ser un reino, no tuvo rey, sino regente, el antiguo almirante austrohúngaro Miklós Horthy. Tras el largo periodo de regencia conservadora (1920-1944), el país quedó dominado por la Alemania nazi en 1944; después de la ocupación militar de marzo, el regente fue reemplazado por Ferenc Szálasi, fascista del Partido de la Cruz Flechada, en octubre. Expulsadas las fuerzas nazis por las soviéticas en 1944-1945, el país quedó controlado por la Unión Soviética, hasta su disolución definitiva en 1946. Para diferenciarlo de otras etapas históricas en las que el nombre oficial del país fue Reino de Hungría, habitualmente se emplean los términos la Regencia o la era de Horthy para referirse a este período en particular.[1]​ Tras la derrota militar de la República Soviética Húngara a finales del verano de 1919, dado que los conservadores eran partidarios de restaurar en el trono húngaro al antiguo emperador mientras que el Ejército y los radicales de derecha rechazaban la vuelta de los Habsburgo, se decidió la implantación temporal de una regencia en marzo de 1920.[2]​ El régimen del regente Horthy se caracterizó por su carácter conservador,[3]​ chovinistamente nacionalista y furibundamente anticomunista.[4]​ La regencia se sostuvo sobre una alianza inestable de conservadores y ultraderechistas.[5]​ La política exterior se caracterizó por el revisionismo —la revisión total o parcial de los tratados de paz para obtener condiciones más favorables para las partes perjudicadas— y el antibolchevismo —pilar del régimen contrarrevolucionario e internamente convertido en antisemitismo y rechazo de la democracia—.[6]​ En noviembre se ratificó el Tratado de Trianon, impuesto por los vencedores de la guerra mundial, a pesar del rechazo general a las duras cláusulas —el país perdía alrededor de dos tercios de su población y territorio—.[7]​ La política de entreguerras estuvo dominada en Hungría por la obsesión de la clase política por las pérdidas territoriales sufridas con el Tratado de Trianon, que dejaban fuera de las nuevas fronteras del reino a más de tres millones de magiares, mayoritarios en algunos territorios limítrofes.[8]​ El revisionismo territorial no solo concentró las energías políticas de la nación, sino que también sirvió para justificar la falta de reformas internas.[9]​ El fin del periodo de inestabilidad interna que siguió a la caída de la república soviética comenzó con el nombramiento como presidente del Gobierno de Bethlen,[10]​[11]​ candidato de consenso entre conservadores y los radicales de derecha.[12]​ Con una política exterior pacífica y habiendo puesto fin a la inestabilidad interna, logró el ingreso del país en la Sociedad de Naciones en 1922.[13]​ La estabilidad política lograda le permitió pronto negociar créditos extranjeros que mejoraron la situación económica.[14]​ Con el apoyo de Horthy, el control de las elecciones y el dominio del partido gubernamental que tenía asegurado el Gobierno, pudo gobernar sin oposición durante una década en la cúspide de un sistema que no solo se apoyaba en el partido, sino también en la Administración del Estado, el clero, la banca o la aristocracia rural.[15]​ El sistema político era parlamentario, pero no democrático, sino autoritario.[16]​ Estaba dominado por la nobleza latifundista y el funcionariado, a menudo también de origen aristocrático.[17]​ Tras un corto periodo expulsados del poder por las revoluciones de la posguerra, en 1919 lo retomaron, restaurando el sistema político y social anterior a la contienda mundial.[17]​ Los trabajadores urbanos y campesinos, dos tercios de la población total, carecían de toda influencia en el gobierno de la nación.[17]​ La neutralización de los socialistas hizo que la radicalización popular a finales de la década siguiente se encauzase a través del fascismo.[18]​ La Gran Depresión produjo una gran crisis económica y social que puso en aprietos el modelo político de Bethlen.[19]​ En esta situación, el regente y los principales políticos decidieron llamar a Gyula Gömbös, representante de los radicales y la persona con más probabilidades de calmar a las masas.[20]​ Gömbös poco a poco fue colocando a sus partidarios en los puestos medios y principales de la Administración y el Ejército.[21]​ Una vez dimitido Bethlen, la figura del regente adquirió una importancia fundamental durante la década de 1930, en especial a partir de 1935.[22]​ Se convirtió en el árbitro de la política nacional, tanto por la creciente parálisis gubernamental debida al cisma entre conservadores y radicales de derecha como por el prestigio del que gozaba entre la mayoría de los grupos de derecha del país.[23]​ Horthy trató de guardar el equilibrio entre las dos corrientes de la derecha nacional.[22]​ En los últimos ocho años de su regencia, el poderío alemán y la popularidad del Reich entre parte de la población marcaron intensamente la política nacional y desbarataron todo intento de restaurar el modelo conservador de la década de 1920.[24]​ Alemania alivió la crisis económica del país desatada durante la Gran Depresión y facilitó la consecución de sus anhelos de revisión territorial, pero al precio de convertirlo progresivamente en su satélite.[24]​ Los sucesivos Gobiernos fracasaron en sus intentos de limitar la influencia alemana y la derechización del país, en parte por su negativa a renunciar a sus aspiraciones revisionistas, que dependían de Berlín, que favorecía el robustecimiento de la ultraderecha magiar.[25]​ Gracias a la nueva cercanía a Alemania e Italia, el país recuperó parte de los territorios perdidos en Checoslovaquia en el Primer arbitraje de Viena en noviembre de 1938.[26]​ Para entonces Alemania había obtenido un papel fundamental en la política húngara.[27]​ El deseo popular de cambios, la actitud reaccionaria del Gobierno, opuesto a ellos, la impotencia de la izquierda y el poderío de los movimientos fascistas en Europa favorecieron el crecimiento de la ultraderecha radical como oposición favorable a las reformas.[28]​ En el Segundo arbitraje de Viena, organizado por Italia y Alemania en el otoño de 1940, Hungría recuperó el norte de Transilvania, cedido forzosamente por Rumania.[29]​ El país entró en guerra del lado del Eje, primero contra Yugoslavia y más tarde contra la URSS (a finales de junio) y los Aliados occidentales (en diciembre).[22]​ Los intentos de cambiar de bando realizados a final de la contienda fracasaron, tanto por el deseo de mantener los territorios recuperados y el anticuado sistema social como por la reticencia gubernamental a tratar con la Unión Soviética.[30]​ Para evitar un cambio de bando similar al italiano, los alemanes invadieron sin oposición el país en marzo de 1944.[31]​ El nuevo Consejo de Ministros, supervisado por un representante alemán, quedó encargado de reformar el Ejército y la economía nacionales en favor del esfuerzo bélico alemán y de poner fin al «problema judío».[32]​ Los alemanes dieron un golpe de Estado que acabó con la regencia del Horthy y entregó el poder a Ferenc Szálasi, caudillo del Partido de la Cruz Flechada.[33]​ Los soviéticos lograron expulsar a los alemanes finalmente del territorio húngaro, devastado por los combates, el 4 de abril de 1945.[34]​ Todas las anexiones húngaras fueron declaradas nulas en la posguerra.[35]​ Con más de la mitad de la población dedicada a la agricultura, la distribución de la tierra siguió siendo extremadamente desigual.[36]​ En general el campesino húngaro era paupérrimo.[36]​ Se fomentó la industrialización del país para tratar de reducir la superpoblación rural, pero la industria nunca llegó a crecer lo suficiente como para absorber al exceso de población del agro.[37]​ La Gran Depresión golpeó con fuerza la economía húngara y en especial, la agricultura: los precios del cereal, exportación crucial para Hungría, se hundieron en el mercado mundial.[38]​ La grave crisis económica favoreció el aumento de la influencia de las potencias fascistas, Italia y Alemania, únicos compradores de la producción agrícola húngara que dejó de absorber el mercado internacional —y, en el caso de Alemania, receptor de parte de sus desempleados— y el poder de la derecha radical.[39]​ En 1938, Alemania controlaba ya algo más del 50 % de las importaciones y las exportaciones húngaras.[40]​ El aumento del comercio con Alemania y el comienzo del rearme sacaron al país de la depresión económica en la segunda mitad de la década de 1930.[33]​ Las condiciones de vida y trabajo de los obreros industriales siguieron siendo malas, pero el desarrollo de industrias relacionadas con el rearme eliminaron prácticamente el desempleo.[41]​ En cuanto a la población judía, en 1930 representaba el 5,1 % del total de la nación.[42]​ Casi la mitad residía en la capital, donde ocupaba un papel primordial en la industria, el comercio o las finanzas.[43]​ A finales de esta década y principios de la siguiente, se promulgaron una serie de importantes leyes discriminatorias que limitaron gravemente sus derechos y mermaron notablemente su situación económica.[44]​ Durante la Segunda Guerra Mundial, un total de 565 000 judíos fueron asesinados en los territorios controlados por Hungría.[45]​

Extracto del artículo de Wikipedia Reino de Hungría (1920-1946) (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

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Budapest
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Budapest (Pronunciación en húngaro: /ˈbudɒpɛʃt/ ()) es la capital y ciudad más poblada de Hungría,[1]​ así como su principal centro industrial, comercial y de transportes.[2]​ Posee 1,75 millones de habitantes (2016)[3]​ una disminución significativa respecto de los casi 2,1 millones con que contaba a mediados de los años 1980,[4]​ que representan un quinto de la población total de Hungría. Es la ciudad más poblada de Europa central y la novena de la Unión Europea. La ciudad ocupa una superficie de 525 km²[5]​ y su área metropolitana cuenta con una población de 2,38 millones de habitantes. Budapest se constituyó como tal el 17 de noviembre de 1873, al unificarse las ciudades de Buda y Óbuda, en la orilla oeste del Danubio, y Pest, en la orilla este.[5]​[6]​ La historia de Budapest comenzó con Aquincum, originalmente un asentamiento celta[7]​[8]​ que se convirtió en la capital romana de Panonia Inferior.[7]​ Los húngaros llegaron al territorio en el siglo IX.[9]​ Su primer asentamiento fue saqueado por los mongoles en 1241-42.[10]​ La ciudad restablecida se convirtió en uno de los centros de la cultura del Renacimiento humanista en el siglo XV.[11]​[12]​ Después de la batalla de Mohács y tras casi siglo y medio de dominio otomano,[13]​ el desarrollo de la región entró en una nueva era de prosperidad en los siglos XVIII y XIX, y Budapest se convirtió en una ciudad global después de la unificación de 1873.[14]​ También se convirtió en la segunda capital de Austria-Hungría, una gran potencia que se disolvió en 1918. Budapest fue el punto focal de la revolución húngara de 1848, la República Soviética Húngara de 1919, la Operación Panzerfaust en 1944, la batalla de Budapest de 1945 y la Revolución de 1956. Considerada como una de las ciudades más bellas de Europa,[1]​[15]​[16]​ Budapest cuenta con varios sitios que son Patrimonio de la Humanidad, entre los que se incluyen, a orillas del Danubio, el barrio del Castillo de Buda, la avenida Andrássy, la Plaza de los Héroes y el Metropolitano del Milenio, el segundo más antiguo del mundo.[15]​[17]​ Otros puntos destacados incluyen un total de ochenta manantiales geotérmicos,[18]​ el mayor sistema de cuevas de aguas termales del mundo,[19]​ la segunda sinagoga más grande y el tercer edificio del Parlamento más grande del mundo.[cita requerida] La ciudad atrae a alrededor de 4,3 millones de turistas al año, convirtiéndola en la 25.ª ciudad más visitada del mundo, según Euromonitor.[20]​ Budapest es, también, un importante centro financiero de Europa Central. La ciudad se situó tercera (de un total de 65 ciudades) en el Índice de Mercados Emergentes elaborado por Mastercard,[21]​ y clasificada como la ciudad mejor habitable de Europa Central y Europa del Este por índice de calidad de vida según Economist Intelligence Unit.[22]​[23]​ También se clasificó como el "séptimo lugar idílico de Europa para vivir" por la revista Forbes,[24]​ y como la novena ciudad más bella del mundo por UCityGuides.[25]​ Es, también, la mejor ciudad de Europa Central y del Este en el índice Innovation Cities' Top 100.[26]​[27]​

Castillo de Buda
Castillo de Buda

El castillo o palacio de Buda (en húngaro: Budai Vár; en alemán: Burgpalast) es la residencia histórica de los reyes húngaros en Budapest, Hungría. En el pasado también fue llamado Palacio Real (en húngaro: Király-Palota) y Castillo Real (en húngaro: Királyi Vár; en alemán: Königliche Burg). El castillo se construyó en estilo tardogótico durante el siglo XIV en el extremo sur de la colina donde se halla actualmente, cerca del Distrito del castillo (Várnegyed), que es famoso por las casas y edificios públicos medievales, barrocos y del siglo XIX. El castillo fue completamente reconstruido a mediados del siglo XVIII (1748-1769) en estilo tardobarroco, como símbolo del dominio de los Habsburgo sobre la Hungría recuperada al Imperio otomano.[1]​ La extensión actual del edificio data, sin embargo, de la segunda mitad del siglo XIX cuando su superficie fue duplicada por Miklós Ybl y Alajos Hauszmann en un pomposo estilo neobarroco. El castillo resultante, terminado solo en 1904, se convirtió en una de las residencias reales más extensas y monumentales de Europa.[2]​ Como consecuencia de su posición dominante sobre la ciudad, el Castillo Real fue seriamente dañado durante el sitio de Budapest al final de la Segunda Guerra Mundial. Aprovechando su estado semi ruinoso, el nuevo gobierno comunista húngaro empezó la reconstrucción del edificio en un severo estilo neoclásico. Las exuberantes decoraciones finiseculares y las diversas referencias a la monarquía habsbúrguica fueron eliminadas en pro de un estilo más neutro e ahistórico. En el interior, los antiguos aposentos reales dieron paso a amplias salas de exhibiciones.[3]​[4]​ Diversas instituciones se asentaron en el viejo castillo como la Galería Nacional Húngara o el Museo de Historia de Budapest. Paralelamente, los jardines decimonónicos situados en el pendiente de la colina desaparecieron para permitir la recreación de las fortificaciones medievales.[2]​ El castillo de Buda forma parte del Patrimonio de la Humanidad de Budapest, declarado en 1987.