El principado de Cataluña (en catalán principat de Catalunya; en occitano principat de Catalonha) fue la entidad política[1] que existió durante gran parte de la Edad Media y de la Edad Moderna en el territorio correspondiente a la actual comunidad autónoma española de Cataluña y al actual departamento francés de los Pirineos Orientales, salvo la comarca de la Fenolleda. Dejó de existir como entidad política con los Decretos de Nueva Planta. La expresión el principado se sigue usando hoy en día para referirse a Cataluña, especialmente cuando contrasta con otros territorios de habla catalana[cita requerida].
Se trata de un término jurídico[cita requerida] (en latín principatus) que se utiliza a partir del siglo XIV para nombrar al territorio bajo jurisdicción de las Cortes Catalanas,[cita requerida] cuyo soberano (en latín, princeps) era el conde de Barcelona, título que coincidió con el de soberano de la Corona de Aragón y posteriormente de la Corona de España durante la mayor parte de la historia del Principado.[nota 1] Aun sin ser formalmente un reino, el principado se hallaba legal e institucionalmente a la par con el resto de estados que integraban la Corona de Aragón[3] (los reinos de Aragón, Mallorca y Valencia, entre otros), cuyo único nexo común era la figura del monarca.[4][5][6] Tampoco era un condado, ya que el condado de Barcelona no abarcaba toda Cataluña (historiográficamente también se usa la expresión «condados catalanes»). Los Usatges hacen coincidir el título de princeps con el de conde de Barcelona.
A menudo se ha utilizado el título nobiliario de príncipe por el heredero de la corona. En el caso de la Corona de Aragón, el heredero ostentaba el título de duque de Gerona, más tarde cambiado a príncipe de Gerona. No se debe confundir, por tanto, el principado de Cataluña con un título nobiliario.