El palacio Munoa fue propiedad del empresario y político Horacio Echevarrieta hasta su muerte, es uno de los edificios más emblemáticos de Baracaldo, en Vizcaya. Su historia y arquitectura lo convierten en un importante patrimonio cultural de la ciudad.
Fue construido en 1901 por el arquitecto Manuel María Smith siguiendo un estilo ecléctico que combina elementos neogóticos y neorrenacentista.
Su fachada y su amplio jardín lo convirtieron en una residencia señorial de la época.
En 1916 el matrimonio Echevarría-Echevarrieta encargó al arquitecto Ricardo de Bastida la reforma del antiguo caserón heredado, quien decidió convertirlo en una mansión de estilo Segundo Imperio Francés. Para ello construyó tres nuevos elementos: dos cuerpos laterales, una escalera imperial con terraza y un elegante remate para el alero.
Interiormente reestructuró el edificio en cuatro plantas. En el sótano colocó la cocina, bodega, sala de planchar, tendederos, carboneras y almacenes que daban paso a una elegante galería para acceder al jardín; en la planta baja incluyó un vestíbulo que daba acceso a una gran escalera, además de un gran salón con órgano, salones laterales, comedor, cuarto de costura, despacho y capilla; la planta noble acogió los dormitorios de la familia así como diversos baños; finalmente en el camarote incluyó las diversas habitaciones del servicio, desvanes y roperos.
Bastida redecoró completamente todas las dependencias del palacio utilizando maderas lujosas para los empanelados, puertas, zócalos y suelos, recubriendo la parte alta de las paredes con entelados de telas adamascadas, usando ornamentación de yeso para los techos, diseñando modernos baños y fastuosas chimeneas, además de plantear una capilla en estilo neorrománico y una galería cubierta de azulejos decorativos que daba paso al jardín.
Con ello creó un espectacular palacio que la propiedad se preocupó de completar y mejorar con una sobresaliente colección de obras de arte a lo largo de los años.