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Basílica de Santa Sabina

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Santa Sabina (Rome) Interno
Santa Sabina (Rome) Interno

Santa Sabina all'Aventino es una basílica en Roma (Italia), donde se encuentra la sede de la orden dominica. Su cardenal sacerdote es Jozef Tomko. Santa Sabina se encuentra en la plaza Pietro d'Iliria, 1, en el Aventino, a orillas del río, cerca de los cuarteles generales de los Caballeros de Malta. Es el único ejemplo que permite comprobar la armonía original de las basílicas paleocristianas: sus elegantes proporciones, la sobriedad de sus mármoles y la apertura de tres ventanas en el ábside, se convierten en características de la arquitectura religiosa paleocristiana a partir del siglo V.

Extracto del artículo de Wikipedia Basílica de Santa Sabina (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Basílica de Santa Sabina
Piazza Pietro d'Illiria, Roma Municipio Roma I

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Basilica di Santa Sabina all'Aventino

Piazza Pietro d'Illiria
00153 Roma, Municipio Roma I
Lacio, Italia
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Santa Sabina (Rome) Interno
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Lugares cercanos

Santuario de Júpiter Doliqueno
Santuario de Júpiter Doliqueno

El santuario de Júpiter Doliqueno (en latín Dolocenum, Doliqueno) era un templo romano situado en la colina del Aventino (Roma). Existía también un segundo santuario en el Esquilino. Construido en la época de Antonino Pío, que favoreció los cultos orientales, el sello de los ladrillos refleja una fecha de construcción posterior a 138, mientras que una inscripción lo data en 150. En la segunda mitad del siglo II disponía de una cubierta (inicialmente abierta), según señalan los sellos de las baldosas. Fue restaurado varias veces en el siglo III, cuando el culto de Júpiter Doliqueno, deidad procedente de Asia Menor, estaba en su apogeo. El templo estaba incluido en los Cataloghi Regionari y gracias a diversos descubrimientos se pudo situar en la vecindad de las basílicas de Santa Sabina y la de los santos Bonifacio e Alesio. Fue encontrado en 1935 con ocasión de la apertura de la vía San Domenico, excavando el lado mayor al norte y parte de los lados menores y encontrando un patio con restos de edificaciones anteriores, probablemente de la época augustea. La planta total mide 22,60 x 12 m. Disponía de una gran sala central precedida de atrio y dos estancias menores adyacentes, casi cuadradas. La gran sala central era la más importante y aquí se encontraron restos de un altar y una gran inscripción a Júpiter Doliqueno por parte de Annius Iulianus y Annius Victor. Dos bancos enfrentados y adosados a los muros de la gran sala probablemente indican que se celebrasen allí banquetes sagrados. Una de las estancias laterales podría haber sido una schola y la otra, se podría utilizar para las lustraciones. Al contrario que los mitreos o templos dedicados a Mitra, los doliquenos no tenían una distribución estándar definida. En el edificio se descubrieron muchas estatuas, relieves e inscripciones, que han mostrado un culto sincrético, que tendía a añadir deidades diferentes, especialmente las de los edificios sagrados vecinos al Aventino: Diana, Isis, Serapis, Mitra, los Dioscuros, el Sol y la Luna. Estos objetos están conservados en los Museos Capitolinos.

Santa María del Priorato
Santa María del Priorato

La iglesia de Santa María del Priorato es una iglesia de Roma en el barrio Ripa en el interior de la Villa del Priorato de Malta. En otros tiempos fue conocida con el nombre de Santa María de Aventino y actualmente debe su fama a que fue reformada según diseños del célebre grabador Giovanni Battista Piranesi. Hacia el año 939 Alberico, príncipe de Roma, transformó su villa en el extremo sur del Aventino en un monasterio de monjes benedictinos, monasterio que floreció especialmente en los siglos X y XI. El monasterio desapareció en el siglo XV. La iglesia de Santa María, restaurada y transformada varias veces, existe aún y pertenece a la orden de los Caballeros de Malta. La iglesia, al igual que la villa, fue restaurada en el siglo XVIII por Piranesi, quien la decoró con estucos muy elegantes. Aunque Piranesi se formó como arquitecto y alardeó de serlo, este edificio es su único diseño que llegó a realizarse, destacando por la presencia de elementos ornamentales y simbólicos egipcios, etruscos y romanos.[1]​ El proyecto iconográfico, realizado con sumo cuidado y refinamiento, repite en todas partes, desde la plaza exterior de la iglesia hasta los ornamentos del jardín, elementos simbólicos como la serpiente, el barco, la cruz y también armas y emblemas militares que aluden a la historia militar de la Orden. La pequeña iglesia evoca en su exterior el modelo arquitectónico de un templo romano, mientras que la decoración del interior integra la fantasía barroca y centrorreformista con las memorias clásicas extendidas por doquier, empezando por el cenotafio de Piranesi en la segunda capilla a la derecha, representado de cuerpo entero, togado, con planos de diseño en la mano, apoyado en un herma que lleva inscritos los instrumentos del grabador y semeja vagamente en el rostro a Cicerón. El interior se presenta en una sola nave con un único altar. En él se conservan distintas sepulturas, entre las cuales hallamos la de Piranesi, una antigua mesa de madera en la que se representa una Madonna del siglo XIII y un antiguo ciborio bizantino del siglo XII.

Aqua Appia
Aqua Appia

El Aqua Appia fue el primer acueducto de Roma. Fue construido por los censores Apio Claudio Ceco, conocido también por la construcción de la Vía Apia durante su censura, y Cayo Plaucio Venox[1]​ en el año 312 a. C.[2]​ Cuando el agua del río Tíber ya estaba demasiado contaminada para el consumo humano y los manantiales y pozos más próximos ya no daban abasto a las necesidades de la población, hubo que plantearse cómo transportar agua desde más lejos. Según el comisionado de los acueductos de la capital (curator aquarum) Sexto Julio Frontino, el censor C. Plaucio encontró el manantial en el agro Lucullano, a 780 pasos a la izquierda de la vía Prenestina, aunque no ha sido identificado.[2]​ El primero de los nueve acueductos catalogados por Frontino en su obra De aquae ductu Urbis Romae, publicado hacia finales del siglo I, fue también el más corto. Con un caudal de 75 537 metros cúbicos cada 24 horas,[2]​ transcurría 16 445 m,[3]​ hasta entrar en Roma cerca de la Porta Maggiore (Puerta Mayor) (en el lugar designado como ad spem veterem) se dirigía al Celio y Aventino y terminaba cerca de la porta Trigemina, en el Foro Boario. Fue restaurado, junto con el Anio Vetus, por el pretor Quintus Marcius Rex in 144‑140 a. C.,[2]​ y por Augustus entre 11 y 4 a. C.[2]​ Principalmente un acueducto subterráneo, solo fue elevado con arquerías durante un recorrido de unos 60 pasos cerca de la porta Capena[2]​ (según algunas fuentes, solo un 5 % de los 421 431 m que formaban los aqueductos de Roma transcurrían por arquerías, viaductos o puentes elevados[3]​ aunque Isabel Rodà, catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Barcelona, eleva estas cifras a 507 kilómetros de acueductos, de los cuales 434 km eran subterráneos, 15 km de superficie y solo 59 km (el 12 %) discurría por arquerías).[4]​

Bocca della Verità
Bocca della Verità

La Boca de la verdad (en italiano: Bocca della Verità) es una antigua máscara de mármol pavonazzetto, colocada en la pared del pronaos de la Iglesia de Santa Maria in Cosmedin, construida sobre un antiguo templo de Hércules en Roma el año 1632. La escultura, datable alrededor del siglo I, tiene un diámetro de 1,75 metros y representa un rostro masculino con barba en el cual los ojos, la nariz y la boca están perforados y huecos.[1]​ No se tiene una completa certeza de a quién es que representa dicho rostro, aunque algunas fuentes sugieren que podría tratarse del dios Neptuno (Poseidón).[2]​[2]​ Tampoco se tiene certeza acerca de su utilidad antigua: si era una fuente, la salida de agua de un compluvium o incluso una cloaca (hipótesis surgida a raíz de su cercanía a la Cloaca Máxima). En cambio, se sabe que la máscara goza de fama antigua y legendaria: se presume que este sea el objeto mencionado en el siglo XI en los Mirabilia Urbis Romae, donde se lee: Un texto alemán del siglo XII describe detalladamente cómo, desde detrás de la boca, el diablo −autodenominándose Mercurio (dios del comercio, pero también de los embrollos)− aferró por largo rato la mano de Juliano el Apóstata (que había engañado a una mujer y ante aquel ídolo debía jurar su buena fe), prometiéndole lavar su reputación y una gran fortuna si volvía al antiguo esplendor del paganismo (actualmente dodecateísmo o helenismo). En otra leyenda alemana de dos siglos después, encontramos la imagen que no osa morder la mano de una dama romana que −aun cuando efectivamente había cometido adulterio− la engañó con un artificio lógico. En efecto, antes de colocar la mano en la Bocca, la mujer simuló un desmayo y un caballero, que pasaba por allí, la socorrió solícitamente. En el momento de la ordalía, la protagonista aseveró que nadie había tocado su cuerpo fuera de su esposo y el mencionado caballero; la mano salió indemne, ya que el caballero en cuestión no era otro que su amante. En el siglo XV algunos viajeros italianos y alemanes aseguran que esta piedra “es llamada piedra de la verdad, pues antiguamente tenía la virtud de mostrar cuándo una mujer ha fallado a su marido”.[4]​ El nombre boca de la verdad aparece en el año 1485, y la escultura aparece mencionada desde entonces entre las curiosidades de Roma, y ha sido reproducida en dibujos y postales. A partir de estos, se sabe que al inicio estaba fuera del pórtico de la iglesia y que fue trasladada tras las restauraciones solicitadas por Urbano VIII en el año 1631. En la película Vacaciones en Roma, Gregory Peck preparó una broma a Audrey Hepburn en la escena que rodaron ante La boca de la verdad. La leyenda sobre este monumento, que se explica en la película, cuenta que quien miente pierde la mano al introducirla en la boca. Así, Peck, sin previo aviso a la actriz, mete la mano y la esconde por debajo de su manga. Esto provoca el susto real de Hepburn. Wyler no dudó un momento en meter la escena de la broma en la película al ver la reacción de Hepburn.