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Theater an der Wien

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Wien Theater an der Wien Papagenotor
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El Theater an der Wien es un teatro histórico de Viena.

Extracto del artículo de Wikipedia Theater an der Wien (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Theater an der Wien
Linke Wienzeile, Viena Laimgrube (Mariahilf)

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Austria
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Primera República de Austria
Primera República de Austria

La Primera República de Austria es el nombre histórico de la República de Austria creada después del desmembramiento del Imperio austrohúngaro al finalizar la Primera Guerra Mundial. Esta república inicialmente intentó sin éxito unirse a Alemania (véase Austria Alemana), pero las potencias occidentales de la época, Francia y Reino Unido, se opusieron.[1]​ No fue hasta 1938 cuando finalmente la Alemania Nazi anexó Austria y la primera república dejó de existir. Los socialistas dominaron el Gobierno hasta octubre de 1920, en que lo cedieron a los socialcristianos.[2]​ Durante los dos años de dominio político socialista, se promulgó una nueva Constitución democrática y se aprobaron diversas medidas sociales.[3]​ A continuación, los socialcristianos forjaron una alianza de partidos burgueses para controlar el Gobierno y limitar la influencia de los socialistas; gracias a esta alianza, presidieron el Consejo de Ministros durante casi toda la década de 1920.[4]​ La fuerza parlamentaria de los socialistas y la necesidad de contar con una amplia mayoría para cambiar la Constitución y otras leyes principales a menudo frustró, empero, los intentos legislativos de los socialcristianos y sus aliados.[4]​ En 1922, se estabilizó la moneda y mejoró parcialmente la situación económica.[2]​ Las potencias vencedoras de la guerra mundial impusieron la independencia austriaca, pues la mayoría del país pretendía unirse a la nueva república de Weimar.[1]​ El deseo de unión, sin embargo, no desapareció y resurgió periódicamente; en 1931, ante la grave crisis económica, se planteó en vano —de nuevo por la oposición de las potencias— la unión aduanera austro-germana.[1]​ El advenimiento del Gobierno nacionalsocialista en Alemania en enero de 1933 redujo el entusiasmo austriaco por la unión, especialmente entre los socialistas; el asesinato del canciller austriaco por nazis austriacos con apoyo alemán durante el fallido golpe de Estado de julio de 1934, suscitó el rechazo socialcristiano y favoreció el mantenimiento de la independencia.[1]​ Tras dos años de hostilidad, los dos Gobiernos alcanzaron un acuerdo, que permitió el ingreso de nacionalsocialistas en el Ejecutivo austriaco, pero no acabó con los desacuerdos.[1]​ La Constitución de Austria entró en vigor en 1920 y fue enmendada en 1929. Con la llegada del austrofascismo al poder, se proclamó una nueva Constitución en 1934 por la que Austria ya no era una república, sino una federación. Por esta razón algunos historiadores aseguran que la I República en realidad dejó de existir en 1934. A partir de 1920, el Gobierno de Austria quedó dominado por el Partido Social Cristiano, que mantenía estrechos vínculos con la Iglesia católica. El primer canciller del partido, monseñor Ignaz Seipel, trató de forjar una alianza política entre los ricos industriales y la Iglesia católica. A pesar de contar con un sólido partido en el gobierno, la nación, la política del país fue convulsa y violenta, con fuerzas paramilitares de izquierda (en alemán: Republikanischer Schutzbund) y derecha (en alemán: Heimwehr) enfrentadas constantemente. Los partidos conservadores realizaron diversas coaliciones que dejaron fuera del Gobierno federal a los socialdemócratas durante toda la década, a pesar del aumento de votos de estos en las sucesivas elecciones.[5]​ Las medidas para separar a las provincias de Viena y para reforzar el poder de la minoría parlamentaria se volvieron contra los conservadores que las habían defendido, permitiendo a los socialdemócratas controlar la capital, donde desarrollaron una gran política social con elevados impuestos que los conservadores criticaron.[6]​[7]​ Durante los veinte años de independencia, Austria dependió constantemente de los créditos extranjeros.[8]​ En 1922, ante la agudización de la crisis financiera, el país hubo de solicitar un crédito a la Sociedad de Naciones, que se lo concedió a cambio de la aceptación de ciertas condiciones políticas, que incluían el mantenimiento de su independencia, lo que impidió su absorción por Alemania.[9]​[10]​ La economía del país quedó bajo supervisión extranjera hasta 1926.[8]​ Aunque hubo cierto crecimiento durante el resto de la época, este cesó con la llegada de la Gran Depresión, que lo perjudicó terriblemente.[11]​ Los supervisores regresaron al país en 1931, cuando este solicitó otro nuevo crédito internacional.[8]​

Imperio Habsburgo
Imperio Habsburgo

El Imperio Habsburgo, conocido en la mayoría de idiomas, incluido el alemán, como la Monarquía de los Habsburgo (Habsburgermonarchie) y a veces citado como la Monarquía del Danubio (Donaumonarchie), es una denominación no oficial entre los historiadores de los países y provincias que fueron gobernados por la rama austriaca menor de la casa de Habsburgo (primogénita desde 1700) hasta 1780 y después por la rama sucesora de los Habsburgo-Lorena hasta el 1918. La monarquía era un Estado compuesto formado por los territorios dentro y fuera del Sacro Imperio Romano Germánico, unidos únicamente en la persona del monarca. La capital de la dinastía fue Viena, excepto entre 1583-1611, cuando se trasladó a Praga.[1]​ De 1806 a 1867 la monarquía de los Habsburgo se unificó formalmente como el Imperio austriaco, y desde 1867 a 1918 como el Imperio austrohúngaro.[2]​[3]​ Un libro de memorias sobre la decadencia del Imperio Habsburgo es El mundo de ayer de Stefan Zweig.[4]​ El líder de la rama austriaca de los Habsburgo menudo fue elegido emperador del Sacro Imperio hasta la disolución del imperio en 1806; desde el 1415 hasta esta disolución del imperio 1806 únicamente Carlos VII de Baviera no fue un gobernante Habsburgo de Austria.[5]​[6]​ Las dos entidades se encontraban no colindantes, la monarquía de los Habsburgo cubría muchas tierras más allá del Sacro Imperio Romano, y la mayor parte del Imperio fue gobernado por otras dinastías. La monarquía de los Habsburgo no solía incluir todos los territorios gobernados por los Habsburgo. La rama mayor gobernó España hasta 1700, pero no se suele mezclar con la definición de «Habsburgo» tras el reinado de Carlos I de España, que dividió la dinastía entre sus ramas de Austria y de España a raíz de su abdicación en 1555-1556.

Museo de Historia del Arte de Viena
Museo de Historia del Arte de Viena

El Museo de Historia del Arte de Viena (en alemán, Kunsthistorisches Museum) es uno de los primeros museos de bellas artes y artes decorativas del mundo. Tiene por sede un palacio de la Ringstraße, coronado con una cúpula octogonal. El término Kunsthistorisches Museum se aplica tanto a la institución como a su edificio principal. Se inauguró en 1891 al mismo tiempo que el Museo de Historia Natural (Naturhistorisches Museum) por el emperador Francisco José I de Austria-Hungría. Los dos museos tienen exteriores idénticos y están uno frente a otro flanqueando la Plaza de María Teresa. Ambos edificios fueron erigidos entre 1872 y 1891 de acuerdo a los planos diseñados por Gottfried Semper y Karl Freiherr von Hasenauer. Los dos museos de la Ringstraße fueron encargados por el Emperador para dar un alojamiento adecuado a la formidable colección de arte de los Habsburgo y hacerla accesible al gran público. La fachada se edificó de piedra arenisca. Tiene planta rectangular y acaba en una cúpula de 60 metros de alto. Está coronado por una estatua colosal de Palas Atenea. El interior del edificio está lujosamente decorado con mármol, ornamentación de estuco, pan de oro y pinturas, haciendo de él una obra de arte por sí mismo. La escalera del Kunsthistorisches Museum estaba equipada con pinturas de Gustav Klimt, Ernst Klimt, Franz Matsch, Hans Makart y Mihály Munkácsy.[2]​ Este museo, uno de los de origen real más importantes de Europa, alberga la mejor colección mundial de Rubens y su círculo, junto con la del Museo del Prado, así como varios retratos esenciales de Velázquez, que fueron remitidos por Felipe IV de España debido a los lazos de parentesco que unían ambas cortes. Igualmente dignos de mención son los ejemplos de Rafael Sanzio, Durero, Correggio, Tiziano, Giuseppe Arcimboldo, Caravaggio y Vermeer, así como el famoso salero de Benvenuto Cellini. El grupo de pinturas de Brueghel el Viejo supone alrededor de un tercio de toda su producción.