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Castillo de Otíñar

Castillos de Andalucía del siglo XIIICastillos de la provincia de JaénFortificaciones de al-ÁndalusYacimientos arqueológicos de la provincia de Jaén
Castillo de Otíñar01 24J
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El castillo de Otíñar es una antigua fortaleza medieval situada en el municipio de Jaén, provincia de Jaén, comunidad autónoma de Andalucía, España. Está considerado como Bien de Interés Cultural.

Extracto del artículo de Wikipedia Castillo de Otíñar (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Castillo de Otíñar
Camino de la cañada del Castillo, Jaén

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Castillo de Otíñar

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Jaén
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Otíñar
Otíñar

Otíñar es un despoblado perteneciente al municipio español de Jaén, en la provincia de Jaén. También es un paraje situado en la denominada Sierra Sur, situado a unos 13 km de la ciudad, y que alberga importantes restos históricos, como son principalmente una aldea medieval de origen árabe y posteriormente cristiana, la Otíñar propiamente dicha, y una colonia agrícola distante unos 2 km de la anterior, erigida en el siglo XIX, y que recibía el nombre de Santa Cristina, si bien también era conocida por el nombre de la población predecesora. Otíñar, desde 1826, se convirtió en una finca privada, hoy segregada en varias parcelas, por lo que fue nombrada frecuentemente antaño como Heredamiento de Otíñar o Hacienda Santa Cristina. Los elementos patrimoniales diseminados a lo largo del señorío, se localizan en un ámbito geográficamente integrado, los Valles de Otíñar, siendo testimonios de la larga historia de este paisaje. En esta trayectoria temporal, pueden destacarse la cueva neolítica de los Corzos, los más de veinte abrigos con manifestaciones de arte rupestre, las canteras de sílex a ambos lados del curso medio del Quiebrajano, la muralla y el dolmen eneolíticos del Cerro Veleta, el sitio romano en la vega del río, el castillo y la aldea medieval, las ruinas de la fortaleza islámica del Cerro Calar, el vítor de Carlos III y la aldea de colonización de Santa Cristina. La ocupación humana en los Valles de Otíñar arranca, en lo que conocemos, desde el Neolítico, cuya impronta temporal se extiende por el paisaje en espacios construidos (necrópolis dolménica, poblado eneolítico amurallado, fortaleza islámica, villa medieval cristiana con su castillo, aldea de colonización decimonónica, etc.), en ámbitos de explotación diversa (vegas agrícolas, recintos ganaderos, canteras de sílex, etc.) y en lugares marcados simbólicamente (estaciones rupestres con pictogramas y petroglifos o el vítor de Carlos III), todo ello enmarcado en un notable espacio natural señalado por este complejo paisaje cultural construido por la superposición de ocupaciones diversas a lo largo de 6.000 años. Esta riqueza patrimonial es consecuencia de la larga explotación de la zona desde hace al menos 6.000 años. En este largo periodo de tiempo ha sido deforestada, cultivada, repoblada, quemada, desecada, perforada por minas y edificada. Cada acto ha dejado su impronta y a grandes rasgos puede leerse en ellos que no ha existido una continuidad en la ocupación aunque sí en el aprovechamiento, y por parte de grupos humanos nunca demasiado numerosos. Conocemos asentamientos de época neolítica, de la Edad del Cobre, romanos, medievales, de época moderna y contemporánea, utilizando cada una de las poblaciones radicadas en el valle un lugar distinto de poblado de la anterior, exigiendo las bases económicas, las ideológicas y las coyunturas políticas, peculiaridades muy dispares para determinar su lugar de ubicación. Santa Cristina, la aldea del siglo XIX, se levanta en una suave loma ligeramente alejada del río pero dominándolo y con algunos cortijos a pie de huerta. La Otíñar medieval se ubicó en un cerro bien defendido con control directo sobre la vía de paso –camino viejo a Granada– y las vegas. El sitio romano estuvo situado en la misma vega, sin pretexto aparente por la defensa pero con un marcado control del cauce fluvial. La comunidad de la Edad del Cobre se asentó en el Cerro Veleta, con una gran visibilidad y dominio del paso preferente. La neolítica estuvo en una cueva, la de los Corzos, enriscada en las alturas de uno de los barrancos más recónditos de la sierra.

Arte rupestre de los valles de Otíñar
Arte rupestre de los valles de Otíñar

Se denomina arte rupestre de los valles de Otíñar, en Jaén, al conjunto de estaciones con representaciones de arte parietal prehistórico (pinturas y petroglifos) localizadas en los valles que alimentan al río Quiebrajano a su paso por el señorío de Otíñar. Los valles del señorío decimonónico de Otíñar se sitúan en la Sierra de Jaén, en los arranques septentrionales de la Sierra Sur y articulados en torno al río Quiebrajano. Los sitios arqueológicos prehistóricos, conocidos en este territorio desde la década de 1970, parten desde el neolítico, momento en el que el paisaje empieza a ser conquistado simbólicamente a través de las marcas culturales de sus pobladores. No obstante, las manifestaciones artísticas conocidas en la actualidad podrían adscribirse –según los investigadores– a la Edad del Cobre, vinculándose al poblado fortificado de esta etapa prehistórica asentado en la ladera del cerro Veleta, y del que en la actualidad es reconocible la muralla y uno de los dólmenes de su necrópolis, construcciones ambas ubicadas en el denominado Collado de los Bastianes. La totalidad de estaciones, se encuentren o no inventariadas e incluso descubiertas, están declaradas Bien de Interés Cultural en virtud del punto 2º del artículo 40 de la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español (BOE núm. 155, de 29 de junio): «Quedan declarados Bien de Interés Cultural por ministerio de esta Ley las cuevas, abrigos y lugares que contengan manifestaciones de arte rupestre». Su anotación en el Registro de Bienes Inmuebles del Ministerio de Cultura, se realiza con la categoría de Monumento. Es de aplicación, por tanto, el régimen de protección otorgado a los inmuebles declarados Bien de Interés Cultural, categoría Monumento.

Puente de la Sierra
Puente de la Sierra

El Puente de la Sierra es una pedanía y antigua zona de huertas, conocida también como Pago de Otíñar o Huerta de Otíñar, en la actualidad zona residencial, situada a unos 7 km al sur de la ciudad de Jaén, a la entrada de la denominada Sierra de Jaén o Sierra Sur, en el camino antiguo de Granada. Se encuentra bañado por el río Quiebrajano y el río Frío (Jaén) que al unirse conforman el río Jaén, en cuya inmediación se situaba el antiguo puente. Por el mismo antaño pasaba el antiguo camino real de Jaén a Granada en dirección a la Palma y la Sima, para enlazar con La Cerradura. Cuenta con Parroquia (Santa Cristina) y una ermita (Cristo del Perdón de la Asomada) desde la que parte una romería el domingo siguiente al día de San Juan (24 de junio). Además en ella se encuentran diferentes caserías y cortijos de cierto interés arquitectónico y etnológico como la Casa de la Vereda, el Cortijo de los Naranjos o la Casería de Jesús. En sus inmediaciones se encuentran elementos patrimoniales como el Vítor de Carlos III, el yacimiento de Cerro Veleta, el antiguo poblado colonial de Santa Cristina (dentro de los terrenos de Hacienda Santa Cristina de Otíñar), el castillo y aldea medieval de Otiñar, así como espacios naturales como los Cañones de Río Frío, la zona recreativa de la Cañada de las Hazadillas, el parque periurbano Monte la Sierra y la presa del Quiebrajano.[1]​ Es de destacar el denominado Arte rupestre de los valles de Otíñar, conjunto de estaciones con representaciones de arte parietal prehistórico (pinturas y petroglifos) localizadas en los valles que alimentan al río Quiebrajano dentro del antiguo heredamiento de Otíñar.