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Jornada del 10 de agosto de 1792

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Jacques Bertaux Prise du palais des Tuileries 1793
Jacques Bertaux Prise du palais des Tuileries 1793

La jornada del 10 de agosto de 1792 fue una insurrección, durante la Revolución Francesa, que puso fin a la monarquía de Luis XVI, por lo que también es conocida como la «segunda revolución». El hecho principal fue el asalto del palacio de las Tullerías por los insurgentes, miembros de las secciones parisinas y de los sans-culottes de París, junto con las tropas «federadas». El rey buscó la protección de la Asamblea Legislativa, pero fue suspendido de sus funciones constitucionales y detenido junto con su familia. Al mismo tiempo se decidió convocar elecciones por sufragio universal para formar una Convención Nacional que asumiera todos los poderes del Estado y redactara una nueva Constitución. Cuando la Convención se reunió el 21 de septiembre proclamó la República francesa. Después Luis XVI fue sometido a juicio y condenado a muerte. Fue guillotinado en enero de 1793.

Extracto del artículo de Wikipedia Jornada del 10 de agosto de 1792 (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Jornada del 10 de agosto de 1792
Jardin du Carrousel, París Paris 1er Arrondissement (París)

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Jacques Bertaux Prise du palais des Tuileries 1793
Jacques Bertaux Prise du palais des Tuileries 1793
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Primer Imperio francés
Primer Imperio francés

El primer Imperio francés,[n. 1]​ también conocido como el Imperio napoleónico o la Francia napoleónica, fue el gobierno monárquico establecido por Napoleón Bonaparte tras la disolución de la Primera República Francesa en 1804.[3]​ En su máximo apogeo, el Imperio comprendió la mayor parte de Europa Occidental y Central, además de poseer numerosos dominios coloniales y estados clientelares. El régimen duró desde el 18 de mayo de 1804 —proclamación de Napoleón como Emperador— hasta el 7 de julio de 1815, día de la entrada de las fuerzas del rey Luis XVIII a París. La presencia de Napoleón Bonaparte, un militar temido y que encarnaba los ideales revolucionarios, despertó el miedo de las monarquías absolutistas que, temiendo la expansión de las ideas de la revolución francesa y auspiciadas por el Reino Unido, no cesaron en hacerle la guerra a Francia. Sin embargo, se toparon con una serie de derrotas humillantes a manos del emperador. Para el año 1812, Napoleón ya controlaba toda Europa occidental y central, con la excepción de la Gran Bretaña y Portugal. Con sus conquistas, varios gobiernos absolutistas fueron extintos y las ideas de la revolución francesa se diseminaron por Europa. Napoleón acariciaba el deseo de transformar a Francia en una potencia hegemónica, y se esforzó en lograrlo haciendo gala de un genio militar y una capacidad de liderazgo innatos. Mantuvo un gobierno constitucional, que reservaba un inmenso poder político a la figura del emperador, inspirado en su popularidad y su estrecha relación con el ejército. Aun así, el imperio fue fundado y gobernado en las bases de la revolución francesa: Napoleón fue elegido soberano mediante un plebiscito, estableciendo un estado continental y centralizado muy comparable al antiguo Imperio romano. Su régimen finalizó luego de consecuentes derrotas militares, tras verse obligado a enfrentar a casi toda Europa en conjunto. Sin embargo, la influencia de la Francia napoleónica perduró más allá de su existencia, en las décadas siguientes estallarían por todo el continente una serie de revoluciones populares que pondrían fin definitivo al despotismo. En el plano interno, Napoleón consiguió restablecer la estabilidad política de Francia y creó una infraestructura capaz de impulsar los negocios de la burguesía francesa; bajo su gobierno, Francia alcanzaría su máximo esplendor. Puso fin al ancestral feudalismo de la monarquía y creó una nobleza del mérito comprendida por aquellos considerados competentes y dignos de tal posición. Impulsó el liberalismo económico, las construcciones, la educación, las artes y las leyes, siendo sus famosos código civil y código de comercio (el conjunto de las normas del derecho civil y del derecho mercantil francés un solo texto legal) uno de sus mayores legados a la humanidad, pues inspira hoy en día a casi la mitad de los ordenamientos jurídicos del mundo.