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Casas de los Camilos o de las Calderas

Casas de México del siglo XVIIICentro histórico de Ciudad de México
Casa de las Calderas restaurada
Casa de las Calderas restaurada

La casa de los Camilos o de las Calderas es un conjunto de edificios que se encuentra entre los números 108 y 128 de la calle de San Jerónimo en el Centro Histórico de la Ciudad de México en la delegación Cuauhtémoc y data de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Fueron construidas originalmente como viviendas de alquiler para sostenimiento del convento y son de las pocas construcciones que se conservan del convento del sagrado corazón de Jesús de la orden de los camilianos. Fueron declaradas monumento histórico en julio de 1931.[3]​

Extracto del artículo de Wikipedia Casas de los Camilos o de las Calderas (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Casas de los Camilos o de las Calderas
Calle San Jerónimo, Ciudad de México

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Coordenadas geográficas (GPS)

Latitud Longitud
N 19.426475 ° E -99.1318 °
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Dirección

Pino Suárez

Calle San Jerónimo
06080 Ciudad de México
México
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Casa de las Calderas restaurada
Casa de las Calderas restaurada
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Lugares cercanos

Adoratorio de Ehécatl
Adoratorio de Ehécatl

El Adoratorio de Ehécatl es una estructura circular compuesta por cinco adoratorios superpuestos que fue hallada entre 1967 y 1970 durante los trabajos de excavación para la construcción de la estación del Metro Pino Suárez, en ciudad de México, donde se exhibe desde entonces. El adoratorio formó parte de un centro ceremonial de la ciudad de Tenochtitlan en la zona que actualmente corresponde a las calles de Pino Suárez y José María Izazaga.[1]​ Los trabajos de exploración fueron dirigidos por los arqueólogos Jordi Gussinyer y Raúl Arana. Por lo general, los edificios circulares se dedicaban a Ehécatl-Quetzalcoatl, esta es una de las razones que relacionan al adoratorio con el dios y se confirmó al encontrar una escultura del mismo en uno de los niveles. El adoratorio mide 10.7 m x 7.6 m x 3.7 m y estaba ubicado en dirección este-oeste del patio que tuvo escalinatas en tres de sus lados con los adoratorios dispuestos al centro. El patio tenía celdas de habitación conectadas entre sí a través de pasos exteriores, canales y muros que juntos formaban un gran corredor de acceso desde la calzada de Iztapalapa a Tenochtitlan.[2]​ De acuerdo a algunos autores, los adoratorios superpuestos están dedicados a dioses distintos y fueron construidos en tres épocas diferentes. La parte inferior inferior está dedicada a Tláloc, la parte central a Ehécatl-Quetzalcóatl y es probable que la superior esté dedicada a Tezcatlipoca, según Torquemada.[3]​ Aunque el adoratorio no está reconocido por el INAH-Conaculta como zona arqueológica, es una de las más visitadas por su ubicación. Se estima que al año la visitan unos 54 millones de personas.[4]​

Hospital de Jesús (México)
Hospital de Jesús (México)

Situado en la Ciudad de México, el hospital de la Purísima Concepción y Jesús Nazareno (también hospital de Jesús Nazareno o simplemente hospital de Jesús) es el hospital más antiguo del continente y está ubicado en el lugar donde se supone que Hernán Cortés y Moctezuma II se encontraron por primera vez en 1519, que era entonces el camino que conducía a Iztapalapa. Sin embargo, investigaciones recientes debaten la ocurrencia de ese encuentro en el lugar de la fundación del hospital alegando que habría ocurrido unos 800 metros al sur, sobre la misma calzada.[1]​ Cortés ordenó que el hospital fuera construido para atender al público sin distinción entre españoles, indígenas y castas,[2]​ y nombró como primer director a fray Bartolomé de Olmedo.[3]​ El hospital de Jesús es uno de los edificios más antiguos en la ciudad. Está en operación desde 1524, aunque existe cierta controversia al respecto, ya que es uno de tres hospitales que se inauguraron en la misma época, y los registros tienen diferentes fechas de la primera apertura.[4]​[5]​ Hernán Cortés lo hizo una institución laica, lo que siglos después evitó que el hospital desapareciera, como otros, con las leyes de Reforma.[6]​ El hospital, con su iglesia, se llamaba originalmente "de la Purísima Concepción" o "de la Purísima Concepción de Nuestra Señora". Al comienzo de la época colonial, era conocido popularmente como el Hospital del Marqués,[7]​ y comenzó a llamarse "Hospital de Jesús" desde que el hospital ganó, en una rifa entre hospitales, la imagen de un Jesús crucificado, que se consideró milagrosa.[6]​ El hospital fue diseñado por Carlos Olivas, y Cortés dejó varios campos de cultivo en su testamento para el beneficio de la institución. Cortés murió antes de que el edificio del hospital fuera terminado, y el gobierno colonial contrató a Alonso Pérez de Castañeda. Seis años y 43,000 pesos más tarde, aún no estaba terminado. 130 años después, Antonio de Calderón Benavides fue nombrado cabeza de la institución y trabajó para terminarla. Para este tiempo el hospital recibió la imagen de Jesús el Nazareno, donada por Juan Manuel de Solórzano, aunque según la leyenda la donación se atribuye a la indígena Petronila Jerónima, y el hospital fue renombrado en honor de la imagen cuando finalmente fue dedicado en 1665.[5]​ En un grado u otro, más o menos todos los mejores arquitectos de la Nueva España participaron en este edificio, desde la construcción hasta el mantenimiento. La lista incluye algunos como Claudio de Arciniega, Diego de Aguilera, Sebastián Zamorano, Pedro de Arrieta, Miguel Custodio Durán y Francisco Antonio Guerrero y Torres.[4]​ En 1646, el hospital fue el sitio de la primera autopsia realizada en el continente americano, realizada para enseñar anatomía a los estudiantes de medicina de la Real y Pontificia Universidad de México. En 1715, el hospital publicó la Regia Academia Mariana Practica Medica para promover más prácticas profesionales en el campo de la medicina en la Nueva España.[7]​ El edificio hoy en día continua su función como hospital.[4]​ La iglesia y el hospital permanecieron intactos hasta 1934 cuando, a causa de la ampliación de la avenida 20 de Noviembre, el patronato del hospital levantó un edificio de cinco pisos, obra del arquitecto José Villagrán que acabó por devorar la construcción colonial, aunque se conservaron los patios originales del hospital.