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Mitreo del Circo Máximo

Arquitectura de la Antigua Roma en RomaEdificios y estructuras terminadas en el siglo IMitreos
Mithraeum Circus Maximus
Mithraeum Circus Maximus

El Mitreo del Circo Máximo es un mitreo de Roma situado cerca del extremo del Circo Máximo más cercano al Tíber, en el borde del Foro Boario, bajo una dependencia del Teatro dell'Opera que da a la via dell'Ara Massima.

Extracto del artículo de Wikipedia Mitreo del Circo Máximo (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Mitreo del Circo Máximo
Via dei Cerchi, Roma Municipio Roma I

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Coordenadas geográficas (GPS)

Latitud Longitud
N 41.88811389 ° E 12.48285556 °
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Dirección

Via dei Cerchi
00153 Roma, Municipio Roma I
Lacio, Italia
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Mithraeum Circus Maximus
Mithraeum Circus Maximus
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Lugares cercanos

Bocca della Verità
Bocca della Verità

La Boca de la verdad (en italiano: Bocca della Verità) es una antigua máscara de mármol pavonazzetto, colocada en la pared del pronaos de la Iglesia de Santa Maria in Cosmedin, construida sobre un antiguo templo de Hércules en Roma el año 1632. La escultura, datable alrededor del siglo I, tiene un diámetro de 1,75 metros y representa un rostro masculino con barba en el cual los ojos, la nariz y la boca están perforados y huecos.[1]​ No se tiene una completa certeza de a quién es que representa dicho rostro, aunque algunas fuentes sugieren que podría tratarse del dios Neptuno (Poseidón).[2]​[2]​ Tampoco se tiene certeza acerca de su utilidad antigua: si era una fuente, la salida de agua de un compluvium o incluso una cloaca (hipótesis surgida a raíz de su cercanía a la Cloaca Máxima). En cambio, se sabe que la máscara goza de fama antigua y legendaria: se presume que este sea el objeto mencionado en el siglo XI en los Mirabilia Urbis Romae, donde se lee: Un texto alemán del siglo XII describe detalladamente cómo, desde detrás de la boca, el diablo −autodenominándose Mercurio (dios del comercio, pero también de los embrollos)− aferró por largo rato la mano de Juliano el Apóstata (que había engañado a una mujer y ante aquel ídolo debía jurar su buena fe), prometiéndole lavar su reputación y una gran fortuna si volvía al antiguo esplendor del paganismo (actualmente dodecateísmo o helenismo). En otra leyenda alemana de dos siglos después, encontramos la imagen que no osa morder la mano de una dama romana que −aun cuando efectivamente había cometido adulterio− la engañó con un artificio lógico. En efecto, antes de colocar la mano en la Bocca, la mujer simuló un desmayo y un caballero, que pasaba por allí, la socorrió solícitamente. En el momento de la ordalía, la protagonista aseveró que nadie había tocado su cuerpo fuera de su esposo y el mencionado caballero; la mano salió indemne, ya que el caballero en cuestión no era otro que su amante. En el siglo XV algunos viajeros italianos y alemanes aseguran que esta piedra “es llamada piedra de la verdad, pues antiguamente tenía la virtud de mostrar cuándo una mujer ha fallado a su marido”.[4]​ El nombre boca de la verdad aparece en el año 1485, y la escultura aparece mencionada desde entonces entre las curiosidades de Roma, y ha sido reproducida en dibujos y postales. A partir de estos, se sabe que al inicio estaba fuera del pórtico de la iglesia y que fue trasladada tras las restauraciones solicitadas por Urbano VIII en el año 1631. En la película Vacaciones en Roma, Gregory Peck preparó una broma a Audrey Hepburn en la escena que rodaron ante La boca de la verdad. La leyenda sobre este monumento, que se explica en la película, cuenta que quien miente pierde la mano al introducirla en la boca. Así, Peck, sin previo aviso a la actriz, mete la mano y la esconde por debajo de su manga. Esto provoca el susto real de Hepburn. Wyler no dudó un momento en meter la escena de la broma en la película al ver la reacción de Hepburn.

Aqua Appia
Aqua Appia

El Aqua Appia fue el primer acueducto de Roma. Fue construido por los censores Apio Claudio Ceco, conocido también por la construcción de la Vía Apia durante su censura, y Cayo Plaucio Venox[1]​ en el año 312 a. C.[2]​ Cuando el agua del río Tíber ya estaba demasiado contaminada para el consumo humano y los manantiales y pozos más próximos ya no daban abasto a las necesidades de la población, hubo que plantearse cómo transportar agua desde más lejos. Según el comisionado de los acueductos de la capital (curator aquarum) Sexto Julio Frontino, el censor C. Plaucio encontró el manantial en el agro Lucullano, a 780 pasos a la izquierda de la vía Prenestina, aunque no ha sido identificado.[2]​ El primero de los nueve acueductos catalogados por Frontino en su obra De aquae ductu Urbis Romae, publicado hacia finales del siglo I, fue también el más corto. Con un caudal de 75 537 metros cúbicos cada 24 horas,[2]​ transcurría 16 445 m,[3]​ hasta entrar en Roma cerca de la Porta Maggiore (Puerta Mayor) (en el lugar designado como ad spem veterem) se dirigía al Celio y Aventino y terminaba cerca de la porta Trigemina, en el Foro Boario. Fue restaurado, junto con el Anio Vetus, por el pretor Quintus Marcius Rex in 144‑140 a. C.,[2]​ y por Augustus entre 11 y 4 a. C.[2]​ Principalmente un acueducto subterráneo, solo fue elevado con arquerías durante un recorrido de unos 60 pasos cerca de la porta Capena[2]​ (según algunas fuentes, solo un 5 % de los 421 431 m que formaban los aqueductos de Roma transcurrían por arquerías, viaductos o puentes elevados[3]​ aunque Isabel Rodà, catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Barcelona, eleva estas cifras a 507 kilómetros de acueductos, de los cuales 434 km eran subterráneos, 15 km de superficie y solo 59 km (el 12 %) discurría por arquerías).[4]​