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Monumento Hipsográfico

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Palacio Nacional 1880 1900
Palacio Nacional 1880 1900

El Monumento Hipsográfico es una edificación ubicada a un costado de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Rinde homenaje a Enrico Martínez. Su construcción inició, por iniciativa de Vicente Riva Palacio, en 1877 y finalizó en 1881.[1]​ Es denominado hipsográfico ya que originalmente el pedestal de la escultura contaba con indicadores que medían el nivel de las aguas del Lago de Texcoco. Actualmente dichos indicadores no funcionan. Es obra del arquitecto Francisco Jiménez, y la escultura de Miguel Noreña. Fue emplazado originalmente en la intersección de las calles Seminario y Arzobispado,[1]​ y en 1925 fue colocado en donde se encuentra actualmente, a un costado de la catedral.

Extracto del artículo de Wikipedia Monumento Hipsográfico (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Monumento Hipsográfico
República de Guatemala, Ciudad de México

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Palacio Nacional 1880 1900
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Catedral Metropolitana de la Ciudad de México
Catedral Metropolitana de la Ciudad de México

La Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María de los Cielos de la Ciudad de México (también, Catedral de la Asunción de María de México o Catedral Metropolitana de la Ciudad de México o, coloquialmente, la Catedral) es la sede de la Arquidiócesis Primada de México y se ubica en el lado norte de la Plaza de la Constitución (el Zócalo) en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la demarcación o alcaldía Cuauhtémoc. Al formar parte del mencionado conjunto arquitectónico en esa área de la ciudad, es en consecuencia Patrimonio de la humanidad desde 1987. Las medidas aproximadas de este templo son 59 metros de ancho por 128 de largo y una altura de 67 metros hasta la punta de las torres. Es una de las obras más sobresalientes de la arquitectura hispanoamericana.[3]​[4]​[5]​ Fue construida, según los planos del arquitecto español Claudio de Arciniega, quien se inspiró en catedrales españolas,[6]​ alrededor de una iglesia que fue erigida en el lugar poco después de la conquista española de Tenochtitlán. Las obras comenzaron en 1573, concluyeron en el interior en 1667 y en el exterior hasta 1813.[7]​ Debido al prolongado tiempo que llevó su construcción, poco menos de 250 años, prácticamente todos los principales arquitectos, pintores, escultores, doradores y demás artistas plásticos del virreinato trabajaron en algún momento en la edificación del recinto. Esa misma condición, la de su extenso lapso de edificación, permitió que se integraran en ella los diversos estilos arquitectónicos que estuvieron vigentes y en boga en esos siglos: gótico, barroco, churrigueresco, neoclásico, entre otros. Misma situación experimentaron los distintos ornamentos, pinturas, esculturas y mobiliario en el interior.[8]​[9]​ Su realización significó un punto de cohesión social, pues en ella participaron lo mismo autoridades eclesiásticas, gubernamentales, distintas cofradías y hermandades religiosas, que múltiples generaciones de grupos sociales de todas las clases.[10]​ Es también, como consecuencia de la influencia de la iglesia católica en la vida pública, que el inmueble se entrelazó con acontecimientos de trascendencia histórica para las sociedades de la Nueva España y del México independiente. Por citar algunos, se encuentran la coronación de Agustín de Iturbide y Ana María Huarte como emperadores de México por el presidente del Congreso; el resguardo de los restos fúnebres del mencionado monarca; sepultura hasta 1925 de varios de los próceres de la independencia como Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón; las disputas entre liberales y conservadores ocasionadas por la separación de la iglesia y el estado en la Reforma; el cierre del inmueble en los días de la Guerra Cristera; las visitas de los Papas Juan Pablo II (26 de enero de 1979) y Francisco (13 de febrero de 2016); los festejos del bicentenario de la independencia, entre otros.[11]​ La catedral presenta cuatro fachadas en las que se abren portadas flanqueadas por columnas y estatuas. Cuenta con cinco naves que se componen de 51 bóvedas, 74 arcos y 40 columnas; Hay dos torres-campanario que contienen actualmente 35 campanas. En su interior destacan dos grandes altares, la sacristía y el coro. Existen dieciséis capillas dedicadas a diferentes santos, cuya construcción fue patrocinada por diferentes hermandades religiosas. Las capillas están ricamente adornadas con altares, retablos, pinturas, muebles y esculturas. En el coro catedralicio se encuentran dos de los órganos dieciochescos más grandes del continente. Bajo el edificio hay una cripta en la que reposan los restos de algunos arzobispos de México. Junto a la catedral se encuentra el sagrario, en cuyo interior se ubica el baptisterio.

Virreinato de Nueva España
Virreinato de Nueva España

El virreinato de Nueva España fue una entidad territorial integrante del Imperio español, establecida en gran parte de América del Norte por la Monarquía Hispánica durante la colonización española de América, entre los siglos XVI y XIX. Se originó tras la caída de México-Tenochtitlan, acontecimiento principal de la conquista, la que propiamente no concluyó sino hasta mucho después, pues su territorio siguió creciendo hacia el norte. Se creó oficialmente el 8 de marzo de 1535. Su primer virrey fue Antonio de Mendoza y Pacheco, y la capital del virreinato fue la Ciudad de México, establecida sobre la antigua México-Tenochtitlan. Abarcó una superficie enorme que comprendió los territorios de España en América del Norte, América Central, Asia y Oceanía. Incluyó lo que actualmente es México, más los actuales estados de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México, Arizona, Texas, Oregón, Washington, Florida y partes de Idaho, Montana, Wyoming, Kansas, Oklahoma y Luisiana, por parte de los actuales Estados Unidos; así como la parte suroeste de la Columbia Británica del actual Canadá; más la Capitanía General de Guatemala (que incluía los actuales países de Guatemala, el estado de Chiapas, Belice, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua); más la Capitanía General de Cuba (actuales Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Trinidad y Tobago y Guadalupe); la Provincia de Venezuela y así como, finalmente, la Capitanía General de Filipinas, (comprendiendo las Filipinas, las islas Carolinas y las islas Marianas, en el océano Pacífico, en Asia y Oceanía). Desde 1626 hasta 1642 los españoles se establecieron en el norte de la isla de Taiwán (llamada por los portugueses Formosa; «Hermosa» en castellano).[4]​ La organización política dividía el virreinato en reinos y capitanías generales. Los reinos fueron: México Temixtitan (1527), Nueva Galicia (1530), Guatemala (1540), Nueva Vizcaya (1562), Nuevo León (1569), Nuevo México (1598), Nueva Extremadura (1674) y Nuevo Santander (1746). Además, hubo cinco capitanías generales: Santo Domingo (1535), Yucatán (1565), Filipinas (1574), Puerto Rico (1582) y Cuba (1777). Estas subdivisiones territoriales tenían un gobernador y capitán general (que en la Nueva España era el propio virrey, quien añadía este título a sus otras dignidades). En Guatemala, Santo Domingo y la Nueva Galicia, estos funcionarios eran llamados presidentes gobernadores, dado que encabezaban reales audiencias. Por esta razón, estas audiencias eran consideradas como «pretoriales».[5]​ Existieron dos señoríos. El más importante fue el marquesado del Valle de Oaxaca, propiedad de Hernán Cortés y sus descendientes que incluía un conjunto de vastos territorios donde los marqueses tenían jurisdicción civil y criminal, y derecho a conceder tierras, aguas y bosques y dentro del cual se hallaban sus principales posesiones (estancias de ganado, labores agrícolas, ingenios azucareros, batanes y astilleros).[6]​ El otro señorío fue el ducado de Atlixco, otorgado en 1708, por el rey Felipe V a José Sarmiento de Valladares, exvirrey de Nueva España y casado con la condesa de Moctezuma, con jurisdicción civil y criminal sobre Atlixco, Tepeaca, Guachinango, Ixtepeji y Tula de Allende.[7]​ El rey Carlos III introdujo reformas en la organización del virreinato en 1786, conocidas como reformas borbónicas en Nueva España, en las que se creaban las intendencias, que permitieron limitar, en cierta forma, las atribuciones del virrey. Desde principios del siglo XIX, el virreinato cayó en crisis (agravada por la guerra contra las tropas francesas en la Península) y su consecuencia directa fue la crisis política en México de 1808 que acabó con el gobierno de José de Iturrigaray y, más adelante, dio pie a la Conjura de Valladolid y la conspiración de Querétaro. Esta última fue el antecedente directo de la independencia de México, la que, al consumarse en 1821, desintegró el virreinato y dio paso al Primer Imperio Mexicano, en el que finalmente se coronaría Agustín de Iturbide.

Segunda República Federal (México)
Segunda República Federal (México)

La Segunda República Federal es el nombre con el que se le conoce al segundo intento federalista en la historia de México. Oficialmente llamada Estados Unidos Mexicanos, la república federal fue restaurada el 22 de agosto de 1846, cuando el presidente interino José Mariano Salas, expidió el decreto que restauraba la Constitución de 1824.[2]​[3]​ En este periodo, la república atravesó nuevamente un lapso caótico, marcado por una grave inestabilidad política que provocó varios conflictos internos como la Guerra de Reforma. Otros hechos históricos relevantes durante este periodo fueron la dictadura de Santa Anna, la Venta de La Mesilla y la promulgación de la Constitución de 1857. Durante este periodo hubo dos conflictos internacionales; la conclusión de la invasión estadounidense, donde México se vio forzado a perder más de la mitad de su territorio a favor de los Estados Unidos y la invasión de Francia. La República Federal duró casi diecisiete años, fue gobernada por 14 presidentes de los cuales sólo José Joaquín de Herrera concluyó su mandato constitucional. La República fue disuelta el 10 de julio de 1863 con el decreto de cambio de modelo de gobierno a una monarquía hereditaria,[4]​ lo cual dio inicio al Segundo Imperio Mexicano gobernado por Maximiliano I. Junto con el Imperio Mexicano, la Primera República Federal y la República Centralista, este período forma parte del llamado México Independiente, una etapa en la que México padeció gran inestabilidad política en el que se definió el régimen político que debía adoptar el nuevo Estado.

Imperio azteca
Imperio azteca

El Imperio mexica o Triple Alianza (del náhuatl: Exkan Tlahtoloyan[nota 1]​ o Ēxcān Tlahtōlōyān[nota 2]​ ‘Los tres lugares donde se dan órdenes’),[nota 3]​ llamado también Imperio azteca y —con más precisión— Imperio tenochca,[nota 4]​ fue una unidad política compleja y multiétnica que existió en el área central de Mesoamérica durante el Posclásico Tardío hasta la Conquista española. Formalmente, estaba integrada por los dominios de la Triple Alianza (conformada por Texcoco, Tlacopan y México-Tenochtitlan), la cual se estableció a partir de las facciones victoriosas de una guerra civil que se libró entre la ciudad de Azcapotzalco y las antiguas provincias tributarias de la misma. A pesar de la concepción inicial del imperio como una alianza de tres ciudades-estado autónomas, Tenochtitlan rápidamente se convirtió en dominante militarmente.[2]​ Cuando los conquistadores españoles llegaron en 1519, las tierras de la Alianza eran gobernadas efectivamente desde Tenochtitlan, mientras que los otros miembros de esta habían asumido roles subsidiarios, ya que, en los hechos, los mexicas ostentaban el poder central. El culto imperial, específicamente, fue el de Huitzilopochtli, el dios patrono guerrero distintivo de los mexicas. La fundación y posterior expansión de la Triple Alianza tuvo lugar en 1430, una vez fue derrotado Azcapotzalco, capital del Imperio Tepaneca, hasta entonces dominante en el valle de México (Santamarina 2006). Azcapotzalco fue vencido por la alianza de mexicas, acolhuas y tlacopanecas, hasta entonces todos ellos vasallos suyos. A partir de entonces, los territorios del Imperio azteca se fueron ampliando hasta llegar a ocupar el centro de México, la zona central de Oaxaca, la costa del golfo de México, Guerrero y el Soconusco. El fin del Imperio azteca ocurrió el 13 de agosto de 1521, cuando los españoles —en alianza con los tlaxcaltecas y totonacas, entre otros pueblos indígenas— derrotaron la resistencia mexica en Tenochtitlan y Tlatelolco.

Embajada de Estados Unidos en México
Embajada de Estados Unidos en México

Los Estados Unidos de América mantienen relaciones diplomáticas con México desde 1822, pocos años después de que ese país consiguiera su independencia. En ese año, el presidente de Estados Unidos, Andrew Jackson, realizó un envió extraordinario de Ministro Plenipotenciario a México, y así Joel R. Poinsett se convirtió en el primer embajador estadounidense en México. Oficialmente, la embajada recibió el visto oficial por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, en el año de 1898. Las relaciones entre los Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mexicanos no son solo una realidad dictada por la geografía sino por el gran flujo de intereses económicos, políticos y culturales de ambas partes de la frontera, relación regida dentro del Marco Jurídico Internacional en la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas. De acuerdo con esta Convención, las funciones de las Misiones Diplomáticas se basan en representar y proteger los intereses del Estado, así como sus ciudadanos ante el Estado receptor; negociar con el gobierno receptor, recabar información (por todos los medios legítimos) y reportarlos a su gobierno; promover relaciones amistosas y desarrollar las relacionadas económicas, culturales y científicas entre ambos países o. Debido a estos intereses, la representación más grande de Estados Unidos de América se encuentra en su misión diplomática en México. Contando no solo con su embajada en la capital de país, sino también con nueve consulados, ubicados estratégicamente con una amplia cobertura en las principales ciudades de México y con 13 agencias consulares en los puntos vacacionales más importantes del país. Dichas agencias consulares se limitan a informar y proteger al ciudadano estadounidense en caso de emergencia y son supervisadas por el consulado más cercano. Las relaciones internacionales entre México y Estados Unidos se han interrumpido en varias ocasiones: del 28 de diciembre de 1836 al 7 de julio de 1839 (durante la Independencia de Texas); del 28 de marzo de 1845 al 2 de octubre de 1848 (en el transcurso de la intervención estadounidense en México); del 18 de marzo de 1913 al 3 de marzo de 1917 (durante la Revolución Mexicana, la embajada estadounidense fue cerrada el 22 de abril de 1914 luego de la ocupación estadounidense a Veracruz; el embajador Henry Lane Wilson fue llamado a Washington tras haberse implicado en el complot de la Decena Trágica para derrocar al presidente Francisco I. Madero.