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Catedral Metropolitana de la Ciudad de México

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La Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María de los Cielos de la Ciudad de México (también, Catedral de la Asunción de María de México o Catedral Metropolitana de la Ciudad de México o, coloquialmente, la Catedral) es la sede de la Arquidiócesis Primada de México y se ubica en el lado norte de la Plaza de la Constitución (el Zócalo) en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la demarcación o alcaldía Cuauhtémoc. Al formar parte del mencionado conjunto arquitectónico en esa área de la ciudad, es en consecuencia Patrimonio de la humanidad desde 1987. Las medidas aproximadas de este templo son 59 metros de ancho por 128 de largo y una altura de 67 metros hasta la punta de las torres. Es una de las obras más sobresalientes de la arquitectura hispanoamericana.[3]​[4]​[5]​ Fue construida, según los planos del arquitecto español Claudio de Arciniega, quien se inspiró en catedrales españolas,[6]​ alrededor de una iglesia que fue erigida en el lugar poco después de la conquista española de Tenochtitlán. Las obras comenzaron en 1573, concluyeron en el interior en 1667 y en el exterior hasta 1813.[7]​ Debido al prolongado tiempo que llevó su construcción, poco menos de 250 años, prácticamente todos los principales arquitectos, pintores, escultores, doradores y demás artistas plásticos del virreinato trabajaron en algún momento en la edificación del recinto. Esa misma condición, la de su extenso lapso de edificación, permitió que se integraran en ella los diversos estilos arquitectónicos que estuvieron vigentes y en boga en esos siglos: gótico, barroco, churrigueresco, neoclásico, entre otros. Misma situación experimentaron los distintos ornamentos, pinturas, esculturas y mobiliario en el interior.[8]​[9]​ Su realización significó un punto de cohesión social, pues en ella participaron lo mismo autoridades eclesiásticas, gubernamentales, distintas cofradías y hermandades religiosas, que múltiples generaciones de grupos sociales de todas las clases.[10]​ Es también, como consecuencia de la influencia de la iglesia católica en la vida pública, que el inmueble se entrelazó con acontecimientos de trascendencia histórica para las sociedades de la Nueva España y del México independiente. Por citar algunos, se encuentran la coronación de Agustín de Iturbide y Ana María Huarte como emperadores de México por el presidente del Congreso; el resguardo de los restos fúnebres del mencionado monarca; sepultura hasta 1925 de varios de los próceres de la independencia como Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón; las disputas entre liberales y conservadores ocasionadas por la separación de la iglesia y el estado en la Reforma; el cierre del inmueble en los días de la Guerra Cristera; las visitas de los Papas Juan Pablo II (26 de enero de 1979) y Francisco (13 de febrero de 2016); los festejos del bicentenario de la independencia, entre otros.[11]​ La catedral presenta cuatro fachadas en las que se abren portadas flanqueadas por columnas y estatuas. Cuenta con cinco naves que se componen de 51 bóvedas, 74 arcos y 40 columnas; Hay dos torres-campanario que contienen actualmente 35 campanas. En su interior destacan dos grandes altares, la sacristía y el coro. Existen dieciséis capillas dedicadas a diferentes santos, cuya construcción fue patrocinada por diferentes hermandades religiosas. Las capillas están ricamente adornadas con altares, retablos, pinturas, muebles y esculturas. En el coro catedralicio se encuentran dos de los órganos dieciochescos más grandes del continente. Bajo el edificio hay una cripta en la que reposan los restos de algunos arzobispos de México. Junto a la catedral se encuentra el sagrario, en cuyo interior se ubica el baptisterio.

Extracto del artículo de Wikipedia Catedral Metropolitana de la Ciudad de México (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

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Centro Cultural de España en México
Centro Cultural de España en México

El Centro Cultural de España en México (CCEMx) es un espacio cultural que, ubicado en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, forma parte de la Red de Centros Culturales de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Todas sus actividades son abiertas y gratuitas. Se trata de un espacio cultural multidisciplinario que ofrece actividades en ocho diferentes formatos: cine; música; formación (a través de talleres y conferencias); artes en vivo; humanidades y literatura; actividades infantiles; arte, ciencia, tecnología y sociedad; exposiciones. Se encuentra localizado en el número 18 de la calle Guatemala y en el número 97 de la calle Donceles en el Centro Histórico de la Ciudad de México, justo detrás de la Catedral Metropolitana.[1]​ El centro se enfoca en el arte contemporáneo, principalmente iberoamericano, y tiene como base los siguientes objetivos: apoyar a la recuperación del centro histórico de la Ciudad de México, fomentar las actividades culturales, promover valores de convivencia, de identidad y la creatividad cultural, con un enfoque de género y sostenibilidad ambiental, además de apoyo al patrimonio cultural indígena.[2]​ En 2012, en su sótano se inauguró el Museo de Sitio del Centro Cultural de España en México, que recuperan y exponen restos prehispánicos que corresponderían al Calmécac de México-Tenochtitlan.

Virreinato de Nueva España
Virreinato de Nueva España

El virreinato de Nueva España fue una entidad territorial integrante del Imperio español, establecida en gran parte de América del Norte por la Monarquía Hispánica durante la colonización española de América, entre los siglos XVI y XIX. Se originó tras la caída de México-Tenochtitlan, acontecimiento principal de la conquista, la que propiamente no concluyó sino hasta mucho después, pues su territorio siguió creciendo hacia el norte. Se creó oficialmente el 8 de marzo de 1535. Su primer virrey fue Antonio de Mendoza y Pacheco, y la capital del virreinato fue la Ciudad de México, establecida sobre la antigua México-Tenochtitlan. Abarcó una superficie enorme que comprendió los territorios de España en América del Norte, América Central, Asia y Oceanía. Incluyó lo que actualmente es México, más los actuales estados de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México, Arizona, Texas, Oregón, Washington, Florida y partes de Idaho, Montana, Wyoming, Kansas, Oklahoma y Luisiana, por parte de los actuales Estados Unidos; así como la parte suroeste de la Columbia Británica del actual Canadá; más la Capitanía General de Guatemala (que incluía los actuales países de Guatemala, el estado de Chiapas, Belice, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua); más la Capitanía General de Cuba (actuales Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Trinidad y Tobago y Guadalupe); la Provincia de Venezuela y así como, finalmente, la Capitanía General de Filipinas, (comprendiendo las Filipinas, las islas Carolinas y las islas Marianas, en el océano Pacífico, en Asia y Oceanía). Desde 1626 hasta 1642 los españoles se establecieron en el norte de la isla de Taiwán (llamada por los portugueses Formosa; «Hermosa» en castellano).[4]​ La organización política dividía el virreinato en reinos y capitanías generales. Los reinos fueron: México Temixtitan (1527), Nueva Galicia (1530), Guatemala (1540), Nueva Vizcaya (1562), Nuevo León (1569), Nuevo México (1598), Nueva Extremadura (1674) y Nuevo Santander (1746). Además, hubo cinco capitanías generales: Santo Domingo (1535), Yucatán (1565), Filipinas (1574), Puerto Rico (1582) y Cuba (1777). Estas subdivisiones territoriales tenían un gobernador y capitán general (que en la Nueva España era el propio virrey, quien añadía este título a sus otras dignidades). En Guatemala, Santo Domingo y la Nueva Galicia, estos funcionarios eran llamados presidentes gobernadores, dado que encabezaban reales audiencias. Por esta razón, estas audiencias eran consideradas como «pretoriales».[5]​ Existieron dos señoríos. El más importante fue el marquesado del Valle de Oaxaca, propiedad de Hernán Cortés y sus descendientes que incluía un conjunto de vastos territorios donde los marqueses tenían jurisdicción civil y criminal, y derecho a conceder tierras, aguas y bosques y dentro del cual se hallaban sus principales posesiones (estancias de ganado, labores agrícolas, ingenios azucareros, batanes y astilleros).[6]​ El otro señorío fue el ducado de Atlixco, otorgado en 1708, por el rey Felipe V a José Sarmiento de Valladares, exvirrey de Nueva España y casado con la condesa de Moctezuma, con jurisdicción civil y criminal sobre Atlixco, Tepeaca, Guachinango, Ixtepeji y Tula de Allende.[7]​ El rey Carlos III introdujo reformas en la organización del virreinato en 1786, conocidas como reformas borbónicas en Nueva España, en las que se creaban las intendencias, que permitieron limitar, en cierta forma, las atribuciones del virrey. Desde principios del siglo XIX, el virreinato cayó en crisis (agravada por la guerra contra las tropas francesas en la Península) y su consecuencia directa fue la crisis política en México de 1808 que acabó con el gobierno de José de Iturrigaray y, más adelante, dio pie a la Conjura de Valladolid y la conspiración de Querétaro. Esta última fue el antecedente directo de la independencia de México, la que, al consumarse en 1821, desintegró el virreinato y dio paso al Primer Imperio Mexicano, en el que finalmente se coronaría Agustín de Iturbide.

Segunda República Federal (México)
Segunda República Federal (México)

La Segunda República Federal es el nombre con el que se le conoce al segundo intento federalista en la historia de México. Oficialmente llamada Estados Unidos Mexicanos, la república federal fue restaurada el 22 de agosto de 1846, cuando el presidente interino José Mariano Salas, expidió el decreto que restauraba la Constitución de 1824.[2]​[3]​ En este periodo, la república atravesó nuevamente un lapso caótico, marcado por una grave inestabilidad política que provocó varios conflictos internos como la Guerra de Reforma. Otros hechos históricos relevantes durante este periodo fueron la dictadura de Santa Anna, la Venta de La Mesilla y la promulgación de la Constitución de 1857. Durante este periodo hubo dos conflictos internacionales; la conclusión de la invasión estadounidense, donde México se vio forzado a perder más de la mitad de su territorio a favor de los Estados Unidos y la invasión de Francia. La República Federal duró casi diecisiete años, fue gobernada por 14 presidentes de los cuales sólo José Joaquín de Herrera concluyó su mandato constitucional. La República fue disuelta el 10 de julio de 1863 con el decreto de cambio de modelo de gobierno a una monarquía hereditaria,[4]​ lo cual dio inicio al Segundo Imperio Mexicano gobernado por Maximiliano I. Junto con el Imperio Mexicano, la Primera República Federal y la República Centralista, este período forma parte del llamado México Independiente, una etapa en la que México padeció gran inestabilidad política en el que se definió el régimen político que debía adoptar el nuevo Estado.