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Puente del Tyne

Edificios listados de Grado II de InglaterraPuentes de aceroPuentes del Reino Unido del siglo XXPuentes inaugurados en 1928Río Tyne
Tyne Bridge
Tyne Bridge

El puente del Tyne es un arco de tablero pasante de acero, situado sobre el río Tyne en la Región del Nordeste de Inglaterra, que une Newcastle upon Tyne y Gateshead. Fue diseñado por la firma de ingeniería Mott, Hay and Anderson,[1]​ que posteriormente proyectó el puente Forth Road, y fue construido por Dorman Long and Co. de Middlesbrough.[2]​ El rey Jorge V lo inauguró oficialmente el 10 de octubre de 1928, y desde entonces se ha convertido en un símbolo representativo de Tyneside. Está clasificado como la décima edificación más alta de Newcastle.

Extracto del artículo de Wikipedia Puente del Tyne (Licencia: CC BY-SA 3.0, Autores, Material gráfico).

Coordenadas geográficas (GPS)

Latitud Longitud
N 54.968189 ° E -1.606254 °
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Dirección

Tyne Bridge

Tyne Bridge
NE1 3AE , Grainger Town
Inglaterra, Reino Unido
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Tyne Bridge
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Lugares cercanos

Puente Alto (río Tyne)
Puente Alto (río Tyne)

El puente Alto (nombre original en inglés: High Level Bridge) cruza sobre el río Tyne entre las ciudades de Newcastle upon Tyne y Gateshead, en la región del Nordeste de Inglaterra. Es un puente de carretera y ferrocarril que se considera la obra de ingeniería histórica más notable de la zona.[2]​ Su construcción estuvo a cargo de la familia Hawks,[3]​ una estirpe de industriales de cuyos talleres procedieron las 5050 toneladas de hierro empleadas en la obra. George Hawks, alcalde de Gateshead, colocó la última piedra de la estructura el 7 de junio de 1849,[4]​ y el puente fue inaugurado oficialmente por la reina Victoria ese mismo año. Robert Stephenson se hizo cargo de su diseño con el fin de crear un enlace hacia Escocia de la red ferroviaria inglesa, por entonces en pleno desarrollo. Se le incorporó una calzada superior para vehículos de carretera y peatones con el propósito de generar ingresos adicionales. Los elementos estructurales principales son arcos de hierro fundido que sujetan la cubierta superior y la inferior mediante barras verticales. A pesar del considerable aumento del peso de los vehículos ferroviarios desde que fue diseñada, la estructura continúa soportando el paso de los trenes, aunque ya en 1906 se abrió el cercano puente Rey Eduardo VII para aliviar la congestión en el puente Alto. La calzada superior también sigue en uso, aunque con una restricción del peso de los vehículos que pueden utilizarla. Es una estructura catalogada como monumento del Reino Unido de Grado I.[1]​

Puente Rey Eduardo VII
Puente Rey Eduardo VII

El puente Rey Eduardo VII es un viaducto ferroviario que cruza el río Tyne entre Newcastle upon Tyne y Gateshead, en la región del Nordeste de Inglaterra. Está clasificado como monumento del Reino Unido,[1]​ y atendiendo a su historia, ha sido descrito como “el último gran puente ferroviario de Gran Bretaña”.[2]​ El puente fue diseñado y proyectado por Charles A. Harrison, ingeniero civil jefe del Ferrocarril del Noreste, y construido por la Cleveland Bridge & Engineering Company de Darlington. Consta de cuatro tramos de celosía de acero que descansan sobre pilares de hormigón. Su longitud total es de 1150 pies (350,5 m), con una altura de 112 pies (34,1 m) por encima del nivel de la marea alta. Su costo fue de más de 500.000 libras esterlinas.[3]​ El rey Eduardo VII y su esposa la reina Alejandra inauguraron oficialmente el puente el 10 de julio de 1906, a pesar de que todavía estaba sin terminar por completo en ese momento. El tráfico general comenzó a usar la estructura el 1 de octubre de 1906.[4]​ Antes de su finalización, para llegar a la Estación de Newcastle, los trenes usaban el antiguo puente Alto sobre el Tyne y tenían que salir de la estación en la misma dirección en la que llegaban pero dando marcha atrás. La construcción del puente permitió que el ferrocarril dispusiera de cuatro vías de tren más y de una línea directa a través de la estación, lo que permitió que los trenes llegaran o salieran en ambos sentidos sin necesidad de invertir su marcha, lo que alivió en gran medida la congestión del tráfico generada por la antigua configuración de las vías.